El rasgo extraversión de Eysenck
La teoría de Hans Eysenck es una de las primeras propuestas que vinculan la personalidad con procesos biológicos. En su explicación del rasgo extraversión calificaba a los introvertidos como relativamente tranquilos, poco sociales e introspectivos y a los extravertidos como comunicativos, desinhibidos, dominantes e inmersos en la actividad social. Su propuesta es que esas diferencias dependen de un sistema cerebral, el sistema reticular activador ascendente (SRAA). Este sistema activa y desactiva las partes de la corteza cerebral, participa en el mantenimiento del estado de alerta y de la concentración y en el control del ciclo de sueño y vigilia. En niveles de activación elevados, el sujeto se siente despierto y alerta, mientras que en bajos se siente al contrario. El nivel de reposo del SRAA de los introvertidos es más elevado que el de los extrovertidos, por ello, el nivel base de activación cortical de los introvertidos es muy elevado, lo que los predispone a estar sobreestimulados. Como consecuencia directa tienden a evitar la estimulación, como por ejemplo, la interacción social. Por su parte, los extravertidos tienen un nivel base de activación cortical muy bajo, y eso los lleva a buscar estimulación constante. También se diferencian en el tipo de situaciones en las que están cómodos. Los introvertidos buscan situaciones con una estimulación media-baja, mientras que los extravertidos prefieren media-alta. Sin embargo, todos ellos alcanzan el mismo nivel de activación, ya que los primeros parten de una base muy elevada y los segundos de una muy baja. En cuanto a tareas de vigilancia, si la situación no es muy estimulante, el desempeño del introvertido es mayor que el del extravertido, ya que los niveles de activación y alerta disminuyen progresivamente a medida que se lleva a cabo la tarea y el introvertido parte de la base más elevada. Otro efecto relacionado es el consumo de drogas estimulantes y depresivas. Un extravertido requiere una mayor cantidad de droga estimulante para alcanzar su nivel ideal, mientras que el introvertido necesitará una mayor cantidad de droga depresiva (como por ejemplo alcohol) para disminuir su activación hasta su nivel ideal.
El rasgo neuroticismo de Eysenck
Eysenck también propuso una base nerviosa para el rasgo neuroticismo. En su propuesta, el cerebro visceral, compuesto por los núcleos emocionales del cerebro, se activa con facilidad en las personas emocionalmente inestables. Como tiene conexiones con el SRAA, puede incementar la activación cortical. La activación emocional puede provocar la presentación más plena de reflejos conductuales y establecer la base para que se produzca el condicionamiento, ya que a veces se deriva de las reacciones emocionales. La activación cortical de los introvertidos facilita su condicionamiento, y si además son emocionalmente reactivos tienen muchas oportunidades de ser condicionados y muchas instancias de condicionamiento. Además, como el condicionamiento que se produce durante la socialización a menudo se deriva del castigo y la frustración, las emociones condicionadas son especialmente desagradables, lo que conlleva mucha ansiedad y depresión condicionadas. En el caso de los extravertidos que son muy emocionales, puesto que les cuesta más aprender del castigo, responden a sus emociones de manera impulsiva. En extremo, sus acciones impulsivas no tienen restricciones, así que pueden ser disparadas por cualquier emoción. Como consecuencia, su patrón de conducta puede ser psicópata, antisocial y sociópata.
Sistemas de activación e inhibición conductual
El neuropsicólogo Jeffrey A, Gray propuso una visión diferente a la de Eysenck. Su teoría es que hay dos conjuntos de mecanismos cerebrales que regulan la conducta: uno controla la motivación de aproximación (activación) y otro la de evitación (inhibición).
El sistema de activación conductual (SAC) activa a la persona para que se dirija hacia los incentivos deseados. También crea las emociones positivas de esperanza y alegría que anticipan las cosas buenas. En cuanto a los núcleos cerebrales que componen este sistema, hay mucha diversidad de opiniones.
El sistema de inhibición conductual (SIC) impide al sujeto que se dirija hacia metas. Es sensible a señales de castigo o peligro y responde produciendo sentimientos de ansiedad, que resultan en una conducta de evitación. Gray ha vinculado este sistema a partes concretas del cerebro.
Cuanto más reactivo es el SAC, más sensible es la persona a los incentivos o a las señales de recompensa. Gray usa el término impulsividad para referirse a estas diferencias de sensibilidad. Por otro lado, cuanto más reactivo es el SIC, más sensible es la persona a las señales de castigo. Para esta dimensión utilizó el término ansiedad. Ambas dimensiones son independientes entre ellas. Por último, Gray supone la existencia de un tercer conjunto de estructuras en el sistema nervioso que organizan la conducta de respuesta al dolor o al castigo presentes (en vez de anticipados).
Según Gray, los dos rasgos principales de Eysenck (extroversión y neuroticismo) se derivan de los suyos (impulsividad y ansiedad) de la siguiente manera:
Las diferencias en los rasgos impulsividad y ansiedad de introvertidos y extrovertidos muestran que mientras los primeros están preparados para inspeccionar, los segundos lo están para responder. Otros hallazgos realizados por otros investigadores muestran que los introvertidos, ante la competencia, tienen más expectativas desagradables y que responden más que los extravertidos a las señales negativas. Por último, Gray afirma que su sistema permite una mejor interpretación de los hallazgos de Eysenck, ya que simplifica en una sola dimensión las causas de los trastornos que Eysenck explica como combinaciones de sus dos rasgos principales.
Ambas teorías tienen similitudes y diferencias, pero hay dos problemas que impiden compararlas. Po un lado, la emocionalidad de Eysenck se basa en emociones negativas, mientras que la de Gray es la suma de positivas y negativas. Como el rasgo ansiedad también incluye las negativas, su correlación con el rasgo neuroticismo es demasiado alta y no pueden separarse. Por otro lado, para medir el rasgo impulsividad se utilizan subescalas del rasgo extraversión de Eysenck. Sin embargo, Eysenck separa la impulsividad de la sociabilidad y Gray la impulsividad de la ansiedad, así que su concepto no es realmente el mismo y es difícil compararlos.
Richard Davidson y sus colaboradores han llevado a cabo experimentos en los que se relaciona el área frontal derecha del cerebro con el SIC y el frontal izquierdo con el SAC. Auke Tellegen propone que unas personas están más predispuestas a experimentar emociones positivas mientras que otras lo están a emociones negativas. A la variabilidad en estas predisposiciones la denomina afectividad positiva o negativa según el tipo de emociones. Este rasgo de afectividad correlaciona mucho con la ansiedad de Gray y el neuroticismo de Eysenck, lo cual lleva a muchos teóricos a pensar que miden lo mismo.
Búsqueda de sensaciones
Marvin Zuckerman ha propuesto una vinculación entre el sistema nervioso y la personalidad mediante una variable a la que llamó búsqueda de sensaciones. Las personas con un nivel alto de búsqueda de sensaciones tratan constantemente de conseguir experiencias nuevas y excitantes. Por ejemplo, respecto a los que tienen bajos niveles, se caracterizan por conducir más rápido, consumir drogas, aumentar su consumo de alcohol con el tiempo, participar en actividades de riesgo, entregarse a comportamientos antisociales peligrosos y por una mayor probabilidad de ofrecerse voluntario para el combate en el ejército. También son más activos y tienen más experiencias sexuales, aunque tienden a sentirse más insatisfechos con las relaciones. En cuestiones artísticas se ha observado que les gustan más las pinturas con mucha tensión y generalmente prefieren el expresionismo, mientras que los que tienen un bajo nivel prefieren los paisajes bucólicos. La búsqueda de sensaciones no sólo implica experiencias intensas, sino también inusuales, como por ejemplo la meditación, aunque suponga una privación de estimulación.
Esta idea se asocia a los rasgos extraversión de Eysenck e impulsividad de Gray. Las personas con un alto nivel de búsqueda de sensaciones encuentran excitación en la interacción social, por lo que tienden a la extraversión. Por otro lado, las emociones que buscan son positivas y tienen la expectativa de encontrar recompensas en ello, lo cual les acerca al rasgo impulsividad. Sin embargo, la opinión de Zuckerman es que se parece más al rasgo psicoticismo de Eysenck, al que él prefiere referirse como psicopatía o sociopatía. De hecho, el nombre que Zuckerman le da al rasgo que él mismo propone es búsqueda impulsiva no socializada de sensaciones.
Existen dos respuestas reflejas que han ayudado a comprobar este efecto: la respuesta de orientación, que incrementa la entrada sensorial para conocer todo lo posible sobre estímulos nuevos o inesperados, y la respuesta de defensa, que permite al individuo protegerse de los estímulos. Las personas con una alta búqueda de sensaciones presentan con más frecuencia la respuesta de orientación.
Otra evidencia se muestra en un experimento en que se expone a sujetos a estímulos que varían dentensidad. Cierto tipo de sujetos (aumentadores) incrementan su respuesta cerebral a medida que incrementa la intensidad del estímulo, mientras que otros (reductores) disminuyen su respuesta. Por lo tanto, estos reductores responden al aumento de estimulación con una defensa excesiva. Ambos extremos de este continuo presentan sus ventajas y desventajas. Por un lado, el aumentador reacciona muy bien en situaciones de exceso de estimulación, como por ejemplo el combate, pero puede mostrar conducta antisocial y maníaca en contextos de muy poca estimulación. Por otro lado, el reductor responde muy bien en la mayoría de las situaciones cotidianas, pero puede colapsar en situaciones muy intensas.
Hormonas y personalidad
En el desarrollo temprano, las diferencias en el tipo y el nivel de hormonas son esenciales para producir cambios en el sistema nervioso que resultaran en la diferenciación entre hombres y mujeres. Muchos teóricos creen que estos efectos hormonales también modifican el cerebro de maneras que posteriormente serán reflejadas en las diferencias conductuales entre hombres y mujeres. Hay que tener en cuenta que la base de todo cuerpo mamífero es femenina. El hombre se forma mediante la exposición de la base femenina a cantidades concretas de andrógenos en momentos concretos del desarrollo. El cerebro masculino y el femenino muestran diferencias en los vínculos entre sinapsis y en el tamaño de algunas estructuras cerebrales. Por ejemplo, los hemisferios cerebrales están más ricamente conectados en mujeres que en hombres. Incluso hay evidencias de que el cerebro masculino homosexual es más parecido al de las mujeres que al de los hombres heterosexuales. Se cree que los andrógenos masculinizan el sistema nervioso y son los responsables de la conducta exploratoria y agresiva.
Muchos experimentos han mostrado que la agresividad se ve influenciada por los niveles de testosterona, y que es mayor en hombres que en mujeres. También se ha visto que la agresividad es mayor en personas de baja posición socioeconómica. Se ha propuesto que esto se debe a que las personas de alto nivel socioeconómico son educadas para evitar confrontaciones y someterse a la autoridad, lo cual mostraría que un proceso de socialización ha superado la influencia hormonal.
Los niveles de testosterona también afectan a las relaciones. Los hombres con niveles altos de testosterona tienen menos probabilidad de casarse, y en el caso que lo hagan tienen mayor probabilidad de divorciarse o tener relaciones extramatrimoniales. En general son más hostiles y al conversar expresan más dominio con la mirada.
Algunos estudios han relacionado los niveles de testosterona con la personalidad medida por inventarios. En adolescentes varones, el factor resultante contiene los siguientes adjetivos: cínico, dominante, original, fuerte, sarcástico, espontáneo, persistente y desinhibido. Estas características se relacionan con las que componen los rasgos impulsividad de Gray y búsqueda de sensaciones de Zuckerman.
La testosterona forma parte de un sistema dinámico que varía con el tiempo y las situaciones. Los niveles de testosterona se elevan después de las experiencias positivas. Por ejemplo, se elevan al ganar una competición y diminuyen al fracasar o al ser humillado. También se elevan en hombres y en mujeres después de las relaciones sexuales.
Electroencefalograma (EEG)
Se puede obtener una indicación indirecta de la actividad cerebral registrando la actividad eléctrica de la piel que cubre el cráneo. El registro obtenido es el EEG. Los electrodos adheridos al cuero cabelludo captan las fluctuaciones de voltaje de las neuronas corticales y dan una imagen de la actividad cortical. En general, las ondas de mayor frecuencia indican mayor actividad. Este método se ha utilizado para reconocer procesos de personalidad. Los estudios han mostrado relaciones entre diversos estados psicológicos y ciertos patrones de activación cortical.
Trastornos de conducta
Respecto a los trastornos de conducta, son interesantes las explicaciones de la teoría de la personalidad de Eysenck. Por un lado, los introvertidos tienen un mayor nivel basal de activación cortical y aprenden asociaciones emocionales con mayor rapidez y facilidad. Si durante la socialización infantil fueron expuestos a castigos frecuentes, aprenden a responter con ansiedad a muchos estímulos. Si además tienen un sistema emocional muy responsivo (neuroticismo), las respuestas de ansiedad pueden condicionarse más amplia e intensamente. Como resultado pueden desarrollar fobias, ataques de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos y depresión. Por otro lado, los extrovertidos tienen un menor nivel basal de activación cortical y son más lentos para aprender asociaciones emocionales. Por ello, durante la socialización responden menos al castigo. Como resultado con impusivos e incapaces de reprimir las urgencias antisociales. En casos extremos pueden mostrar sociopatía.
En un estudio de Newman, Patterson y Kosson (1987), se presentó a un grupo de sociópatas una tarea en la que tenían que adivinar cartas y en la que podían ganar o perder dinero dependiendo de su respuesta. Los premios y castigos estaban controlados por los investigadores de manera que los sujetos perdían cada vez con más frecuencia. Cada diez ensayos tenían la oportunidad de dejarlo, y esto era lo que realmente se medía, cuánto tardaban en dejarlo. Los sociópatas continúan jugando más tiempo que las personas normales, lo cual se corresponde con la idea de que no aprenden del castigo. Sin embargo, si se les fuerza a esperar cinco segundos antes de dar su respuesta, no muestran diferencias con las personas normales. Por lo tanto, parece que sí que pueden aprender del castigo si se les fuerza a prestarle atención, mientras que si se les deja hacer por su cuenta no le prestan atención.
Dado que para esta perspectiva la personalidad se deriva de la biología, su propuesta de tratamiento se basa en la aplicación de fármacos. Muchos trastornos pueden tratarse con fármacos, lo cual refuerza su teoría de que la personalidad es algo biológico.
miércoles, 9 de junio de 2010
viernes, 4 de junio de 2010
La perspectiva biológica: corriente genética
Popularmente, la gente siempre ha relacionado el físico con la personalidad. Es el caso, por ejemplo, de estereotipos populares como el gordo feliz, el héroe musculoso y el débil intelectual. Esta creencia ha sido estudiada por muchos teóricos a lo largo del tiempo.
Kretschmer (1925) realizó una clasificación en tres tipos de persona basada en en su estructura física: delgado, musculoso y obeso. Sus observaciones fueron que mientras los obesos tendían al trastorno maníaco-depresivo, los otros dos tipos tendían a la esquizofrenia.
William Sheldon (1942) trabajó más esta idea y propuso que los tres tipos de Kretschmer no debían ser considerados como tipos sino como rasgos, como dimensiones continuas variables. Para ello creó el concepto de somatotipo, que indica el grado en que una persona posee cada uno de los tres rasgos. Su teoría era que cada somatotipo refleja un énfasis exagerado en el desarrollo de una de las tres capas del embrión, de lo cual obtuvo los nombres para cada uno: endomorfia, mesomorfia y ectomorfia.
- La endomorfia es la tendencia a la gordura. Según Sheldon, un énfasis en el sistema digestivo. Los cuerpos endomórficos son son suaves, redondos e inadecuados para el esfuerzo físico intenso.
- La mesomorfia es la tendencia a la musculatura. Según Sheldon, un énfasis en los huesos, músculos y el tejido conectivo. Los cuerpos mesomórficos son duros, rectangulares, fuertes, resistentes al daño y adecuados para el ejercicio físico intenso.
- La ectomorfia es la tendencia a la delgadez. Según Sheldon, un énfasis en la piel y el sistema nervioso. Los cuerpos ectomórficos son delicados, lineales y frágiles. Su cerebro es grande en comparación con su cuerpo, pero son fácilmente abrumados por la estimulación externa y no resultan apropiados para el trabajo físico.
Paralelamente a los somatotipos, Sheldon propuso tres tipos de temperamento, cada uno con su representación en las características de la personalidad y que están presentes en distinto grado en todas las personas: la viscerotonía, la somatotonía y la cerebrotonía.
- La viscerotonía se compone de características como la relajación, la tolerancia, la sociabilidad, el gusto por la comodidad y la facilidad de trato.
- La somatotonía incluye la intrepidez, la asertividad enérgica, el deseo de aventuras, el riesgo y la actividad física.
- La cerebrotonía implica una intensidad mental exagerada que se acerca al recelo, la evitación de la interacción social, la restricción física y emocional y la tendencia a la privacidad y el sigilo.
Sheldon correlacionó somatotipos y temperamentos y encontró una fuerte relación entre ellos de la siguiente manera: endomorfia-viscerotonía, mesomorfia-somatotonía y ectomorfia-cerebrotonía. Esta idea recibió el apoyo de muchos estudios, aunque sus resultados han sido criticados por algunos. Por ejemplo, los somatotipos están ligados a estereotipos sociales. Podría ser que la conducta asociada al somatotipo se diera por presión social y no por su relación con tipo de cuerpo. El interés por esta invesigación se perdió antes de llegar a resultados completamente concluyentes, pero se siguió investigando por otra de las vías que Sheldon dejó abiertas: la personalidad se hereda genéticamente del mismo modo que lo hacen los somatotipos.
Genética de la conducta
Puesto que el parecido familiar puede deberse tanto a la influencia del ambiente como de los genes, los teóricos de este campo desarrollaron una ciencia basada en la psicología y la genética a la que llamaron genética de la conducta. Su objetivo es comprender la influencia de la genética sobre las características conductuales. Para ello se han realizado estudios de gemelos (monocigóticos y bicigóticos) y estudios de adopción.
Los gemelos monocigóticos son especialmente útiles para este estudio porque al derivar del mismo cigoto son genéticamente 100% idénticos. En el caso de los bicigóticos, comparten estadísticamente el 50% de genes, como cualquier pareja de hermanos, pero se diferencian de éstos porque han sido desarollados al mismo tiempo. El estudio de gemelos se basa en que ambos hermanos son criados de la misma manera. El procedimiento consiste en comparar una característica entre dos hermanos monocigóticos y la misma entre dos bicigóticos del mismo sexo. Luego se comparan las dos correlaciones obtenidas y si es mayor la de los monocigóticos, seguramente es porque las diferencias en esa característica se deben a diferencias genéticas.
En los estudios de adopción, se analiza el parecido del niño adoptado con los padres biológicos y los adoptivos. Ocasionalmente se produce el caso de gemelos monocigóticos que han sido dados en adopción y separados. Es interesante estudiarlos ya que pueden analizarse qué caraterísticas comparten a pesar de no haberse criado juntos (lo cual podría ser debido a la herencia genética) y cuáles no comparten (lo cual podría ser debido al efecto del ambiente).
Modelo de temperamentos
El término temperamento empleado por Sheldon ha sido utilizado por otros teóricos de diversas maneras. Hay quienes hablan de temperamento para referirse a la naturaleza emocional general del individuo. Sin embargo, el uso contemporáneo más aceptado es el de Arnold Buss y Robert Plomin (1984), que lo utilizan para referirse a los rasgos de personalidad heredados que se encuentran presentes desde la infancia temprana. La única diferencia que establecen entre rasgos y temperamentos es que los segundos tienen una base genética. Los temperamentos afectan a lo que la gente hace y a la manera en que lo hace. Además, consideran importante la idea de que los temperamentos deben mostrar continuidad a lo largo del ciclo vital, afectando tanto en la infancia como en la adultez. No obstante, reconocen que esta continuidad no puede ser perfecta por dos motivos: en primer lugar, los genes no operan continuamente, se activan y desactivan a lo largo del desarrollo, interrumpiendo la continuidad; en segundo lugar, aunque los temperamentos tienen una base genética, pueden ser modificados por el ambiente.
Buss y Plomin afirman que existen tres disposiciones que entran dentro de su idea de temperamentos: el nivel de actividad, la sociabilidad y la emocionalidad.
- El nivel de actividad es el gasto global de energía, la conducta. Presenta dos aspectos: el vigor y el ritmo. El vigor es la intensidad o amplitud de la conducta. Los actos vigorosos requieren mucha energía, y las personas con un vigor alto tienden a preferir las actividades intensas. Por ejemplo, marca la diferencia entre un deportista y una persona que disfruta con los videojuegos de deportes pero no los practica. Por otro lado, el ritmo es la velocidad de las actividades. Las personas con el ritmo alto prefieren actividades aceleradas y tienden a terminar rápido las tareas que emprenden. En cambio, las personas con el ritmo lento tratan de manera pausada las actividades cotidianas.
- La sociabilidad es la preferencia por estar con otras personas, compartir actividades con ellos y recibir su atención y estimulación. Esto no implica el deseo de recompensas sociales sino que tiene un valor intrínseco.
- La emocionalidad es la tendencia a activarse fisiológicamente, fácil e intensamente ante situaciones perturbadoras. Este temperamento sólo incluye tres emociones (aflicción, ira y temor), ya que consideran que la activación generada por las demás no es suficientemente relevante para este temperamento.
Los tres temperamentos de Buss y Plomin se relacionan con los de Sheldon de la siguiente manera: nivel de actividad-somatotonía, sociabilidad-viscerotonía y emocionalidad-cerebrotonía. De hecho, la emocionalidad es similar al rasgo neuroticismo de Eysenck. Los datos obtenidos en los estudios de genética de la conducta muestran que la herencia genética tiene una importante participación en los temperamentos.
Buss y Plomin (1975), en su teoría inicial sobre los temperamentos, también incluían la impulsividad y la inteligencia como posibles candidatos, pero los descartaron por falta de evidencias concluyentes. Estudios más recientes han demostrado que la impulsividad también se ve influenciada por la genética, y en cuanto a la inteligencia, lo cierto es que hay evidencias de que podría cumplir los requisitos para ser considerada como un temperamento.
Este modelo también se relaciona con el de los cinco grandes de la siguiente manera: emocionalidad-emocionalidad, extraversión-sociabilidad y nivel de actividad, agradabilidad-sociabilidad, escrupulosidad-impulsividad e intelecto-inteligencia. Aunque el parecido no es perfecto, lo cierto es que lo hay.
Herencia genética en la orientación sexual
Aunque hay quienes opinan que la orientación sexual queda al margen de la personalidad, muchos teóricos la han estudiado desde la genética de la conducta. Los estudios indican que la homosexualidad es mayor en gemelos monocigóticos que en bicigóticos. El estudio genético de los hombres homosexuales indica que el gen responsable puede encontrarse en el cromosoma X heredado de la madre. Concretamente, se observa que una región del cromosoma X es parecida en muchos casos de homosexualidad, lo que sugiere que es la responsable de esos casos. El hecho de que se transmita mediante el cromosoma X explicaría por qué no desaparece a pesar de que los homosexuales no se reproducen. Sin embargo, la homosexualidad puede tener otras bases.
Etología y sociobiología
La etología es el estudio de la conducta de los animales en su ambiente natural. Los etólogos comparten dos temas de interés con la psicología: por un lado estudian la impronta, el proceso mediante el cual los jóvenes de muchas especies se apegan a sus madres; por otro, estudian la noción general de que los animales marcan y defienden sus territorios. La etología sugiere que muchos de los procesos conductuales de los animales son análogos a los de los humanos.
La sociobiología comparte ciertos aspectos con la etología, pero su estudio se centra en las bases biológicas de la conducta social. Se basan en la idea de que muchos de los aspectos básicos de la interacción social son fruto de la evolución, son patrones que han sido retenidos genéticamente por sus ventajas adaptativas. A diferencia de la etología, la sociobiología afirma que hay patrones de conducta que pueden existir en humanos pero no en otras especies. Es el caso del altruismo, la preocupación por el bienestar de los demás incluso llegando a sacrificar el propio. Desde el punto de vista biológico, puede suponer una desventaja adaptativa. Sin embargo, la sociobiología considera que el proceso de evolución va más allá de la supervivencia individual y afecta al fondo genético de la población. W. D. Hamilton (1964) propuso la idea de aptitud inclusiva, según la cual cualquier cosa que ayude a la reproducción de la parte del fondo genético de una persona permite la transmisión de los genes de ésta a la siguiente generación. Es un proceso llamado selección de parentesco, ayudar, incluso sacrificarnos por un familiar, asegura la transmisión de parte de nuestros genes. Trivers (1971) ha expandido la idea al altruismo recíproco, que consiste en ayudar a los demás con la esperanza de ser retribuidos, ya que la cooperación contribuye más a la supervivencia que el individualismo o la competencia.
Teoría de la similitud genética
Philippe Rushton y sus colaboradores propusieron esta teoría, según la cual un gen puede pasarse a la siguiente generación mediante cualquier acción que permita la reproducción de cualquier organismo que tenga una copia del gen. Rushton expande el alcance de esta teoría fuera del ámbito familiar. Sus experimentos muestran que nos sentimos más atraídos por los desconocidos cuyos genes son más similares a los nuestros, ya que la probabiliad de reproducir una copia del mismo gen (sea del padre o de la madre) es mayor. Este efecto también se produce al escoger las amistades, a pesar de que el componente sexual no está presente. Esto es debido al efecto de altruismo explicado anteriormente. Al mantener amigos lo más similares genéticamente a nosotros podemos aumentar la probabilidad de que se reproduzcan y que por lo tanto transmitan nuestros genes. Además aumenta nuestra probabilidad de atraer sexualmente a un miembro de su familia (por ejemplo, una hermana), que será genéticamente muy parecido a nuestro amigo, y por lo tanto, a nosotros.
Selección y competencia por la pareja
La manera en que los individuos detectan similitudes genéticas con los demás no queda clara. Podría deberse al reconocimiento de similitudes faciales y corporales o bien inconscientemente por olfato, gracias a las esencias que emanamos. Thiessen y Gregg (1980) hablan de apareamiento dirigido para referirse a la idea de que las personas eligen pareja en base a unas características concretas. Lo cierto es que la selección de pareja no es del todo aleatoria, hay una serie de variables que influyen. Inlcuso, las similitudes en el Yo pueden crear atracción.
Desde el punto de vista evolutivo se dice que una persona es la manera que tiene un gen de crear otro igual. Por lo tanto, según este punto de vista, la vida se basa en el apareamiento, y eso supone competencia. Trivers (1972) sugiere que ambos sexos compiten por diferentes motivos. La mujer es quien más invierte en la descendencia. Gestan durante nueve meses a su hijo y después están más ligadas a él que el hombre. Aunque no hay un total acuerdo, se acepta que, en las especies en general, el sexo que realiza la mayor inversión genera menos descendencia a lo largo de su vida y por lo tanto es más exigente al elegir pareja, al contrario que el sexo que realiza la menor inversión. Teniendo en cuenta esto, la estrategia de las mujeres consiste en abstenerse hasta encontrar al mejor compañero disponible para aparearse. El criterio que hace mejor o peor a un compañero es la calidad de la contribución genética y el cuidado paterno o el apoyo material que puede proporcionar a la madre y los hijos. En cambio, la estrategia de los hombres consiste en aprovechar al máximo las oportunidades sexuales, copulando tanto como les sea posible. Su criterio es que la compañera esté disponible y sea fértil. Por lo tanto, mientras que los hombres tienden a ver a las mujeres como objetos sexuales, las mujeres tienden a verlos como objetos de éxito.
David Buss y David Schmitt (1993) han estudiado las diferentes maneras en que hombres y mujeres compiten. Puesto que los hombres buscan compañeras fértiles, las mujeres compiten haciendo resaltar las cualidades que se atribuyen a la fertilidad (juventud y belleza). Y puesto que las mujeres buscan compañeros que sean buenos proveedores para ellas y sus hijos, los hombres compiten enfatizando su posición, dominio personal, ambición y su riqueza y su potencial para adquirirla.
En cuanto a las causas de celos, los hombres evolutivamente deben preocuparse por su paternidad, por lo tanto les perturba más la infidelidad sexual de su compañera. Por su lado, las mujeres están más preocupadas en mantener a su lado a un hombre que las mantenga a ellas y a sus hijos, así que les perturba más la infidelidad emocional de su compañero.
Otros investigadores han sugerido que las diferencias evolutivas son la causa de las diferencias entre hombres y mujeres, tales como el estilo de comunicación y las necesidades. Los hombres se caracterizan por un estilo de comunicación individualista, orientado al dominio y a la solución de problemas, mientras que el de las mujeres es inclusivo, compartido y comunal. Esta diferencia es a menudo la causa de los desacuerdos entre sexos.
Aunque los estudios se han centrado en las diferencias entre sexos, lo cierto es que también hay muchas similitudes. Por ejemplo, ambos géneros buscan compañeros que tengan sentido del humor y que sean amables, agradables, emocionalmente estables, gentiles y cariñosos.
El síndrome del joven macho
Otra predicción del punto de vista evolutivo de la conducta es que durante periodos concretos del desarrollo de los hombres pueden esperarse comportamientos derivados de los primates prehistóricos. Es el caso de la agresividad y la violencia que se desencadena cuando las mujeres son un recurso escaso. Wilson y Daly (1985) se refieren a este patrón como el síndrome del joven macho. Se considera que por una parte es fruto de las antiguas presiones evolutivas, y por otra una respuesta a las demandas de la situación que lo desencadena. Por ello, aunque este patrón puede estar codificado en los genes de todos los hombres, sólo se mostrará en las situaciones en que se prediga fracaso reproductivo. Por ejemplo, en el caso de un hombre soltero y desempleado.
Trastornos de conducta
La corriente genética ha aportado mucho conociemiento sobre la herencia de patologías. Durante muchos años el estudio de trastornos se ha centrado en la esquizofrenia y el trastorno bipolar (o maníaco-depresivo). La esquizofrenia se caracteriza por desorientación, confusión, perturbaciones cognitivas y separación de la realidad. El trastorno bipolar se caracteriza por depresiones graves alternadas con episodios maníacos de conducta eufórica, hiperactiva, afectada y grandilocuente, acompañado por un torrente de ideas. A menudo también viene acompañado por un elevado estado de ánimo que se convierte en irritabilidad si no se cumplen los deseos de la persona.
Gottesman y Shields (1972) estudiaron la influencia genética en la esquizofrenia. Compararon el estado psiquiátrico de sujetos esquizofrénicos con sus correspondientes hermanos gemelos sanos. La similitud de diagnósticos concordaba en un 50% en el caso de los gemelos monocigóticos y en un 9% en el caso de los dicigóticos. Además, encontraron una relación entre la gravedad del caso de esquizofrenia y la probabilidad de que el gemelo sano también la sufriera. Muchos otros estudios han corroborado la influencia genética en la esquizofrenia. Sin embargo, es posible tener la disposición genética a desarrollar la enfermedad pero no llegar a desarrollarla, ya que también depende del ambiente.
Los estudios de gemelos indican la misma concordancia para el trastorno bipolar. Además, se ha vinculado a un gen dominante y específico en el cromosoma 11 de un pequeño grupo de familias amish, pero otros experimentos no han mostrado la misma relación, de modo que ese gen no puede ser la causa universal del trastorno bipolar.
Otros estudios también han reportado relaciones entre la herencia genética y los problemas de alcoholismo y los trastornos antisociales de la conducta infantil y la criminalidad adulta.
Barash (1986), desde el punto de vista de la sociobiología, propone que las dificultades de la vida humana se deben a una discordancia entre los dos tipos de evolución que experimentamos. Por una lado, nos afecta la evolución biológica que hemos experimentado desde hace milenios, y por otro la rápida evolución cultural. El problema está en que la evolución biológica nos ha preparado para vivir en un mundo muy distinto al que nuestra evolución cultural ha creado.
Kretschmer (1925) realizó una clasificación en tres tipos de persona basada en en su estructura física: delgado, musculoso y obeso. Sus observaciones fueron que mientras los obesos tendían al trastorno maníaco-depresivo, los otros dos tipos tendían a la esquizofrenia.
William Sheldon (1942) trabajó más esta idea y propuso que los tres tipos de Kretschmer no debían ser considerados como tipos sino como rasgos, como dimensiones continuas variables. Para ello creó el concepto de somatotipo, que indica el grado en que una persona posee cada uno de los tres rasgos. Su teoría era que cada somatotipo refleja un énfasis exagerado en el desarrollo de una de las tres capas del embrión, de lo cual obtuvo los nombres para cada uno: endomorfia, mesomorfia y ectomorfia.
- La endomorfia es la tendencia a la gordura. Según Sheldon, un énfasis en el sistema digestivo. Los cuerpos endomórficos son son suaves, redondos e inadecuados para el esfuerzo físico intenso.
- La mesomorfia es la tendencia a la musculatura. Según Sheldon, un énfasis en los huesos, músculos y el tejido conectivo. Los cuerpos mesomórficos son duros, rectangulares, fuertes, resistentes al daño y adecuados para el ejercicio físico intenso.
- La ectomorfia es la tendencia a la delgadez. Según Sheldon, un énfasis en la piel y el sistema nervioso. Los cuerpos ectomórficos son delicados, lineales y frágiles. Su cerebro es grande en comparación con su cuerpo, pero son fácilmente abrumados por la estimulación externa y no resultan apropiados para el trabajo físico.
Paralelamente a los somatotipos, Sheldon propuso tres tipos de temperamento, cada uno con su representación en las características de la personalidad y que están presentes en distinto grado en todas las personas: la viscerotonía, la somatotonía y la cerebrotonía.
- La viscerotonía se compone de características como la relajación, la tolerancia, la sociabilidad, el gusto por la comodidad y la facilidad de trato.
- La somatotonía incluye la intrepidez, la asertividad enérgica, el deseo de aventuras, el riesgo y la actividad física.
- La cerebrotonía implica una intensidad mental exagerada que se acerca al recelo, la evitación de la interacción social, la restricción física y emocional y la tendencia a la privacidad y el sigilo.
Sheldon correlacionó somatotipos y temperamentos y encontró una fuerte relación entre ellos de la siguiente manera: endomorfia-viscerotonía, mesomorfia-somatotonía y ectomorfia-cerebrotonía. Esta idea recibió el apoyo de muchos estudios, aunque sus resultados han sido criticados por algunos. Por ejemplo, los somatotipos están ligados a estereotipos sociales. Podría ser que la conducta asociada al somatotipo se diera por presión social y no por su relación con tipo de cuerpo. El interés por esta invesigación se perdió antes de llegar a resultados completamente concluyentes, pero se siguió investigando por otra de las vías que Sheldon dejó abiertas: la personalidad se hereda genéticamente del mismo modo que lo hacen los somatotipos.
Genética de la conducta
Puesto que el parecido familiar puede deberse tanto a la influencia del ambiente como de los genes, los teóricos de este campo desarrollaron una ciencia basada en la psicología y la genética a la que llamaron genética de la conducta. Su objetivo es comprender la influencia de la genética sobre las características conductuales. Para ello se han realizado estudios de gemelos (monocigóticos y bicigóticos) y estudios de adopción.
Los gemelos monocigóticos son especialmente útiles para este estudio porque al derivar del mismo cigoto son genéticamente 100% idénticos. En el caso de los bicigóticos, comparten estadísticamente el 50% de genes, como cualquier pareja de hermanos, pero se diferencian de éstos porque han sido desarollados al mismo tiempo. El estudio de gemelos se basa en que ambos hermanos son criados de la misma manera. El procedimiento consiste en comparar una característica entre dos hermanos monocigóticos y la misma entre dos bicigóticos del mismo sexo. Luego se comparan las dos correlaciones obtenidas y si es mayor la de los monocigóticos, seguramente es porque las diferencias en esa característica se deben a diferencias genéticas.
En los estudios de adopción, se analiza el parecido del niño adoptado con los padres biológicos y los adoptivos. Ocasionalmente se produce el caso de gemelos monocigóticos que han sido dados en adopción y separados. Es interesante estudiarlos ya que pueden analizarse qué caraterísticas comparten a pesar de no haberse criado juntos (lo cual podría ser debido a la herencia genética) y cuáles no comparten (lo cual podría ser debido al efecto del ambiente).
Modelo de temperamentos
El término temperamento empleado por Sheldon ha sido utilizado por otros teóricos de diversas maneras. Hay quienes hablan de temperamento para referirse a la naturaleza emocional general del individuo. Sin embargo, el uso contemporáneo más aceptado es el de Arnold Buss y Robert Plomin (1984), que lo utilizan para referirse a los rasgos de personalidad heredados que se encuentran presentes desde la infancia temprana. La única diferencia que establecen entre rasgos y temperamentos es que los segundos tienen una base genética. Los temperamentos afectan a lo que la gente hace y a la manera en que lo hace. Además, consideran importante la idea de que los temperamentos deben mostrar continuidad a lo largo del ciclo vital, afectando tanto en la infancia como en la adultez. No obstante, reconocen que esta continuidad no puede ser perfecta por dos motivos: en primer lugar, los genes no operan continuamente, se activan y desactivan a lo largo del desarrollo, interrumpiendo la continuidad; en segundo lugar, aunque los temperamentos tienen una base genética, pueden ser modificados por el ambiente.
Buss y Plomin afirman que existen tres disposiciones que entran dentro de su idea de temperamentos: el nivel de actividad, la sociabilidad y la emocionalidad.
- El nivel de actividad es el gasto global de energía, la conducta. Presenta dos aspectos: el vigor y el ritmo. El vigor es la intensidad o amplitud de la conducta. Los actos vigorosos requieren mucha energía, y las personas con un vigor alto tienden a preferir las actividades intensas. Por ejemplo, marca la diferencia entre un deportista y una persona que disfruta con los videojuegos de deportes pero no los practica. Por otro lado, el ritmo es la velocidad de las actividades. Las personas con el ritmo alto prefieren actividades aceleradas y tienden a terminar rápido las tareas que emprenden. En cambio, las personas con el ritmo lento tratan de manera pausada las actividades cotidianas.
- La sociabilidad es la preferencia por estar con otras personas, compartir actividades con ellos y recibir su atención y estimulación. Esto no implica el deseo de recompensas sociales sino que tiene un valor intrínseco.
- La emocionalidad es la tendencia a activarse fisiológicamente, fácil e intensamente ante situaciones perturbadoras. Este temperamento sólo incluye tres emociones (aflicción, ira y temor), ya que consideran que la activación generada por las demás no es suficientemente relevante para este temperamento.
Los tres temperamentos de Buss y Plomin se relacionan con los de Sheldon de la siguiente manera: nivel de actividad-somatotonía, sociabilidad-viscerotonía y emocionalidad-cerebrotonía. De hecho, la emocionalidad es similar al rasgo neuroticismo de Eysenck. Los datos obtenidos en los estudios de genética de la conducta muestran que la herencia genética tiene una importante participación en los temperamentos.
Buss y Plomin (1975), en su teoría inicial sobre los temperamentos, también incluían la impulsividad y la inteligencia como posibles candidatos, pero los descartaron por falta de evidencias concluyentes. Estudios más recientes han demostrado que la impulsividad también se ve influenciada por la genética, y en cuanto a la inteligencia, lo cierto es que hay evidencias de que podría cumplir los requisitos para ser considerada como un temperamento.
Este modelo también se relaciona con el de los cinco grandes de la siguiente manera: emocionalidad-emocionalidad, extraversión-sociabilidad y nivel de actividad, agradabilidad-sociabilidad, escrupulosidad-impulsividad e intelecto-inteligencia. Aunque el parecido no es perfecto, lo cierto es que lo hay.
Herencia genética en la orientación sexual
Aunque hay quienes opinan que la orientación sexual queda al margen de la personalidad, muchos teóricos la han estudiado desde la genética de la conducta. Los estudios indican que la homosexualidad es mayor en gemelos monocigóticos que en bicigóticos. El estudio genético de los hombres homosexuales indica que el gen responsable puede encontrarse en el cromosoma X heredado de la madre. Concretamente, se observa que una región del cromosoma X es parecida en muchos casos de homosexualidad, lo que sugiere que es la responsable de esos casos. El hecho de que se transmita mediante el cromosoma X explicaría por qué no desaparece a pesar de que los homosexuales no se reproducen. Sin embargo, la homosexualidad puede tener otras bases.
Etología y sociobiología
La etología es el estudio de la conducta de los animales en su ambiente natural. Los etólogos comparten dos temas de interés con la psicología: por un lado estudian la impronta, el proceso mediante el cual los jóvenes de muchas especies se apegan a sus madres; por otro, estudian la noción general de que los animales marcan y defienden sus territorios. La etología sugiere que muchos de los procesos conductuales de los animales son análogos a los de los humanos.
La sociobiología comparte ciertos aspectos con la etología, pero su estudio se centra en las bases biológicas de la conducta social. Se basan en la idea de que muchos de los aspectos básicos de la interacción social son fruto de la evolución, son patrones que han sido retenidos genéticamente por sus ventajas adaptativas. A diferencia de la etología, la sociobiología afirma que hay patrones de conducta que pueden existir en humanos pero no en otras especies. Es el caso del altruismo, la preocupación por el bienestar de los demás incluso llegando a sacrificar el propio. Desde el punto de vista biológico, puede suponer una desventaja adaptativa. Sin embargo, la sociobiología considera que el proceso de evolución va más allá de la supervivencia individual y afecta al fondo genético de la población. W. D. Hamilton (1964) propuso la idea de aptitud inclusiva, según la cual cualquier cosa que ayude a la reproducción de la parte del fondo genético de una persona permite la transmisión de los genes de ésta a la siguiente generación. Es un proceso llamado selección de parentesco, ayudar, incluso sacrificarnos por un familiar, asegura la transmisión de parte de nuestros genes. Trivers (1971) ha expandido la idea al altruismo recíproco, que consiste en ayudar a los demás con la esperanza de ser retribuidos, ya que la cooperación contribuye más a la supervivencia que el individualismo o la competencia.
Teoría de la similitud genética
Philippe Rushton y sus colaboradores propusieron esta teoría, según la cual un gen puede pasarse a la siguiente generación mediante cualquier acción que permita la reproducción de cualquier organismo que tenga una copia del gen. Rushton expande el alcance de esta teoría fuera del ámbito familiar. Sus experimentos muestran que nos sentimos más atraídos por los desconocidos cuyos genes son más similares a los nuestros, ya que la probabiliad de reproducir una copia del mismo gen (sea del padre o de la madre) es mayor. Este efecto también se produce al escoger las amistades, a pesar de que el componente sexual no está presente. Esto es debido al efecto de altruismo explicado anteriormente. Al mantener amigos lo más similares genéticamente a nosotros podemos aumentar la probabilidad de que se reproduzcan y que por lo tanto transmitan nuestros genes. Además aumenta nuestra probabilidad de atraer sexualmente a un miembro de su familia (por ejemplo, una hermana), que será genéticamente muy parecido a nuestro amigo, y por lo tanto, a nosotros.
Selección y competencia por la pareja
La manera en que los individuos detectan similitudes genéticas con los demás no queda clara. Podría deberse al reconocimiento de similitudes faciales y corporales o bien inconscientemente por olfato, gracias a las esencias que emanamos. Thiessen y Gregg (1980) hablan de apareamiento dirigido para referirse a la idea de que las personas eligen pareja en base a unas características concretas. Lo cierto es que la selección de pareja no es del todo aleatoria, hay una serie de variables que influyen. Inlcuso, las similitudes en el Yo pueden crear atracción.
Desde el punto de vista evolutivo se dice que una persona es la manera que tiene un gen de crear otro igual. Por lo tanto, según este punto de vista, la vida se basa en el apareamiento, y eso supone competencia. Trivers (1972) sugiere que ambos sexos compiten por diferentes motivos. La mujer es quien más invierte en la descendencia. Gestan durante nueve meses a su hijo y después están más ligadas a él que el hombre. Aunque no hay un total acuerdo, se acepta que, en las especies en general, el sexo que realiza la mayor inversión genera menos descendencia a lo largo de su vida y por lo tanto es más exigente al elegir pareja, al contrario que el sexo que realiza la menor inversión. Teniendo en cuenta esto, la estrategia de las mujeres consiste en abstenerse hasta encontrar al mejor compañero disponible para aparearse. El criterio que hace mejor o peor a un compañero es la calidad de la contribución genética y el cuidado paterno o el apoyo material que puede proporcionar a la madre y los hijos. En cambio, la estrategia de los hombres consiste en aprovechar al máximo las oportunidades sexuales, copulando tanto como les sea posible. Su criterio es que la compañera esté disponible y sea fértil. Por lo tanto, mientras que los hombres tienden a ver a las mujeres como objetos sexuales, las mujeres tienden a verlos como objetos de éxito.
David Buss y David Schmitt (1993) han estudiado las diferentes maneras en que hombres y mujeres compiten. Puesto que los hombres buscan compañeras fértiles, las mujeres compiten haciendo resaltar las cualidades que se atribuyen a la fertilidad (juventud y belleza). Y puesto que las mujeres buscan compañeros que sean buenos proveedores para ellas y sus hijos, los hombres compiten enfatizando su posición, dominio personal, ambición y su riqueza y su potencial para adquirirla.
En cuanto a las causas de celos, los hombres evolutivamente deben preocuparse por su paternidad, por lo tanto les perturba más la infidelidad sexual de su compañera. Por su lado, las mujeres están más preocupadas en mantener a su lado a un hombre que las mantenga a ellas y a sus hijos, así que les perturba más la infidelidad emocional de su compañero.
Otros investigadores han sugerido que las diferencias evolutivas son la causa de las diferencias entre hombres y mujeres, tales como el estilo de comunicación y las necesidades. Los hombres se caracterizan por un estilo de comunicación individualista, orientado al dominio y a la solución de problemas, mientras que el de las mujeres es inclusivo, compartido y comunal. Esta diferencia es a menudo la causa de los desacuerdos entre sexos.
Aunque los estudios se han centrado en las diferencias entre sexos, lo cierto es que también hay muchas similitudes. Por ejemplo, ambos géneros buscan compañeros que tengan sentido del humor y que sean amables, agradables, emocionalmente estables, gentiles y cariñosos.
El síndrome del joven macho
Otra predicción del punto de vista evolutivo de la conducta es que durante periodos concretos del desarrollo de los hombres pueden esperarse comportamientos derivados de los primates prehistóricos. Es el caso de la agresividad y la violencia que se desencadena cuando las mujeres son un recurso escaso. Wilson y Daly (1985) se refieren a este patrón como el síndrome del joven macho. Se considera que por una parte es fruto de las antiguas presiones evolutivas, y por otra una respuesta a las demandas de la situación que lo desencadena. Por ello, aunque este patrón puede estar codificado en los genes de todos los hombres, sólo se mostrará en las situaciones en que se prediga fracaso reproductivo. Por ejemplo, en el caso de un hombre soltero y desempleado.
Trastornos de conducta
La corriente genética ha aportado mucho conociemiento sobre la herencia de patologías. Durante muchos años el estudio de trastornos se ha centrado en la esquizofrenia y el trastorno bipolar (o maníaco-depresivo). La esquizofrenia se caracteriza por desorientación, confusión, perturbaciones cognitivas y separación de la realidad. El trastorno bipolar se caracteriza por depresiones graves alternadas con episodios maníacos de conducta eufórica, hiperactiva, afectada y grandilocuente, acompañado por un torrente de ideas. A menudo también viene acompañado por un elevado estado de ánimo que se convierte en irritabilidad si no se cumplen los deseos de la persona.
Gottesman y Shields (1972) estudiaron la influencia genética en la esquizofrenia. Compararon el estado psiquiátrico de sujetos esquizofrénicos con sus correspondientes hermanos gemelos sanos. La similitud de diagnósticos concordaba en un 50% en el caso de los gemelos monocigóticos y en un 9% en el caso de los dicigóticos. Además, encontraron una relación entre la gravedad del caso de esquizofrenia y la probabilidad de que el gemelo sano también la sufriera. Muchos otros estudios han corroborado la influencia genética en la esquizofrenia. Sin embargo, es posible tener la disposición genética a desarrollar la enfermedad pero no llegar a desarrollarla, ya que también depende del ambiente.
Los estudios de gemelos indican la misma concordancia para el trastorno bipolar. Además, se ha vinculado a un gen dominante y específico en el cromosoma 11 de un pequeño grupo de familias amish, pero otros experimentos no han mostrado la misma relación, de modo que ese gen no puede ser la causa universal del trastorno bipolar.
Otros estudios también han reportado relaciones entre la herencia genética y los problemas de alcoholismo y los trastornos antisociales de la conducta infantil y la criminalidad adulta.
Barash (1986), desde el punto de vista de la sociobiología, propone que las dificultades de la vida humana se deben a una discordancia entre los dos tipos de evolución que experimentamos. Por una lado, nos afecta la evolución biológica que hemos experimentado desde hace milenios, y por otro la rápida evolución cultural. El problema está en que la evolución biológica nos ha preparado para vivir en un mundo muy distinto al que nuestra evolución cultural ha creado.
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martes, 1 de junio de 2010
La perspectiva disposicional: Modelo de necesidades y motivos
La base de este modelo es la idea de que la conducta humana es el reflejo de las necesidades básicas. Una necesidad es un estado interno no satisfactorio, la carencia de algo necesario para el bienestar. Fue iniciado por Henry Murray (1938), el cual definía necesidad como una fuerza directriz interna que determina la forma en que las personas deciden responder a los objetos o las situaciones de su entorno. Distinguió entre necesidades primarias (viscerogénicas) y secundarias (psicogénicas). Las primarias se basan en nuestra naturaleza biológica, como las de comida, agua, oxígeno y evitación del dolor, mientras que las secundarias se derivan de las primarias o son inherentes a nuestra estructura psicológica, como las de poder o logro. Las necesidades primarias deben ser satisfechas repetidamente en el tiempo. El estado de necesidad aumenta de intensidad hasta ser lo suficientemente fuerte como para que el individuo actúe. La intensidad de su conducta será mayor cuanto mayor sea la intensidad de la necesidad. Esto puede traducirse en un mayor gasto energético para saciar la necesidad o bien en una priorización de una necesidad sobre otra.
Por otro lado, muchos teóricos consideran que las necesidades también actúan mediante la motivación. David McClelland (1984) defiende que los motivos son agregados de cogniciones con matices afectivos, organizados alrededor de una preferencia o disposición hacia cierto tipo de experiencias. La motivación aparece en el pensamiento y las preocupaciones de la gente, lo cual le añade un tono afectivo. Por ejemplo, la necesidad de comida produce la motivación de hambre, esto crea una preocupación por saciarla y un pensamiento que dirigirá la acción, lo cual le añadirá un componente afectivo.
Sin embargo, cuando se trata de necesidades secundarias no es tan fácil diferenciar necesidad de motivación y suelen utilizarse ambos términos como sinónimos. No obstante, es necesario distinguir entre necesidad y motivación, ya que la motivación está influenciada por factores externos además de por las necesidades. Murray utiliza el término presión para referirse a estos factores. Por ejemplo, sería el caso de una persona cuya necesidad de comida le produce la motivación de hambre y se encuentra en una situación en la que tiene acceso restringido a la comida. Para saciarse se las arregla con lo que encuentra, como por ejemplo un sandwich preparado de máquina. Con esto se considera saciado, sin embargo, al momento se cruza con otra persona que lleva algo de comida mucho más apetitosa. De repente, la motivación de hambre vuelve, pero no por necesidad sino por un factor externo, la presión, ya que la persona ya se consideraba saciada. La presión afecta igual a las necesidades secundarias. Por ejemplo, hay personas que cuando alguien cercano recibe un premio aumentan su motivación de obtener reconocimiento, o bien, cuando se encuentran con mujeres embarazadas, aumentan su motivación de tener hijos.
Cada vez que satisfacemos una necesidad, otra pasa a ser la más importante y nuestra conducta se dirige a satisfacer la nueva necesidad dominante. Esto explica la manera en que las personas cambian su conducta en el tiempo. Además, las necesidades varían según la disposición del individuo. Hay personas que la mayor parte del tiempo tienen necesidades más intensas que otras. Aunque las sacien, enseguida vuelven a ser prioritarias. Por ejemplo, hay personas que siempre parecen estar hambrientos, otros que siempre están motivados para conseguir éxitos y otros que requieren la atención de la gente continuamente.
El sistema de necesidades de Murray
Murray y sus colaboradores hicieron una lista de necesidades humanas, remarcando las secundarias. Argumentaban que todos tenemos esas necesidades, aunque tengamos una tendencia disposicional por alguna. Por lo tanto, el patrón de necesidades de cada individuo describe su personalidad. Algunos ejemplos de necesidades secundarias según Murray:
Aunque cada necesidad es independiente, pueden relacionarse entre ellas. En ocasiones la conducta se debe a mezclas de necesidades. Por ejemplo, una madre con una necesidad protectora y dominante puede tratar a sus hijos de manera protectora pero sin considerar los deseos y preferencias de éstos. Algunas necesidades pueden favorecerse con el objetivo de favorecer todavía más a otra más importante. Por ejemplo, una persona con una importante necesidad de orden que sólo obedece a favorecer una necesidad mayor, la de logro. Sin embargo, las necesidades pueden obstaculizarse entre ellas. Además, las presiones también pueden favorecer o perjudicar las necesidades. Por ejemplo, una persona con una alta necesidad de logro que se enfrenta a la presión de desafíos cada vez mayores puede reaccionar bloqueándose por el exceso de responsabilidad o aumentando su motivación debido a las oportunidades que se le presentan.
El test de apercepción temática (TAT)
El estudio de la versión motivacional de la personalidad requiere un método para la medición de los motivos. Realizar esta medición es bastante difícil, ya que la gente no siempre muestra abiertamente sus necesidades. De entrada podemos diferenciar entre necesidades manifiestas y necesidades latentes. Mientras que las primeras se muestran abiertamente y son fáciles de evaluar, las segundas son todo lo contrario. Frecuentemente, lo que de verdad nos interesa conocer es el patrón de necesidades latentes del individuo.
Morgan y Murray (1935) pensaron en la probabilidad de que las necesidades latentes se proyectaran en la fantasía del sujeto. A este proceso de proyección lo llamaron apercepción, y es mediante el cual se lleva a cabo el test de apercepción temática.
Este test consiste en presentar al sujeto una serie de imágenes ambiguas en las que no queda claro lo que está ocurriendo y entonces se le pide que las explique. Los temas que aparezcan en su relato serán una proyección de sus necesidades latentes.
Aunque este test ha pasado por diversas pruebas de validación que parecen confirmar su validez, recibe principalmente dos críticas: su baja consistencia interna y fiabilidad test-retest. En su defensa se ha argumentado que puesto que el TAT usa imágenes muy variadas, es normal que salgan muchos tipos de historias y eso haga reducie la consistencia interna. Además, la interpretación de las imágenes requiere creatividad, lo cual genera un grado de presión para evitar repetirse, lo cual afecta tanto a la consistencia interna como a la fiabilidad test-retest.
La necesidad de logro
La motivación de lo logro ha sido estudiada principalmente por David McClelland y John Atkinson. Consiste en el deseo de hacer las cosas bien y obtener placer a medida que superamos obstáculos y mejoramos nuestras capacidades. El TAT refleja esta necesidad cuando los sujetos nombran metas alcanzables, sentimientos positivos respecto al éxito o negativos en relación al fracaso.
Las personas con baja motivación de logro se diferencian de las que tienen una alta en la manera en que se aproximan a las situaciones de diferente dificultad. Las personas con baja motivación de logro prefieren tareas muy fáciles o muy difíciles, aunque tienden a las primeras. Esto se debe a que las primeras no suponen mucha presión y, aunque no requieren un gran esfuerzo, es muy gratificante hacer las cosas bien. En cuanto a las tareas muy difíciles, nadie verá mal que fallen en una tarea de ese tipo y en caso de conseguirlo también resultará muy gratificante. En cuanto a las personas con alta motivación de logro, prefieren tareas de dificultad moderada, ya que son un tipo de personas que se marcan metas desafiantes pero factibles según sus capacidades. Las tareas muy fáciles o muy difíciles no les motivan.
El hecho de que las personas con alta motivación de logro prefieran tareas de dificultad moderada probablemente se debe a que son las que les proporcionan más información sobre sus capacidades. Las tareas muy fáciles no les suponen un reto y las muy difíciles terminarán con mucha probabilidad en un fracaso, así que ninguna les aportará información interesante. Trope (1975, 1980) probó esta idea en un estudio en el que separó los reactivos según su dificultad y su nivel de diagnóstico, entendiendo esto último como la información que pueden proporcionar sobre la capacidad. Permitió a los sujetos que escogieran los reactivos con los que iban a trabajar y, efectivamente, las personas con alta motivación de logro escogían las de mayor nivel de diagnóstico.
Otros teóricos han estudiado el efecto de la motivación de logro en otras áreas y han descubierto una relación positiva con la persistencia ante el fracaso, el desempeño en tareas reales y con las calificaciones escolares, entre otras. Se ha sugerido que la motivación de logro tiene un papel importante en el crecimiento económico y el declive de las culturas. Diversos estudios han relacionado con éxito la literatura de varias civilizaciones con su crecimiento. Los estudios de Bradburn y Berlew (1961) y McClelland (1961) mostraron una correlación positiva entre la fantasía de logro de la literatura de diversas culturas y su posterior crecimiento económico.
La necesidad de poder
La necesidad de poder ha sido estudiada principalmente por David Winter (1973). Consiste en la motivación para causar efecto en los demás, el deseo de obtener prestigio, estatus e influencia sobre los demás. El TAT refleja esta motivación cuando los sujetos hacen referencia a acciones enérgicas, especialmente las que provocan respuestas emocionales en los demás, o cuando hablan de estatus.
Las personas con alta motivación de poder tienden a escoger posiciones de autoridad e influencia. Esta motivación es muy influyente en la eficacia de los políticos. Aquéllos con alta motivación de poder han resultado ser más eficaces que los de baja motivación.
En un estudio de Fodor (1984), se puso a los sujetos a liderar grupos separados en eficientes e ineficientes, con la intención de estudiar el comportamiento de los sujetos al liderar el grupo ineficiente. Las personas con alta motivación de poder se mostraron más activos y atentos cuando las cosas iban mal, mientras que las personas con baja motivación se vieron muy perjudicadas.
Un estudio de Winter (1973), muestra la relación entre la necesidad de poder y las amistades que hacemos. Las personas con una alta necesidad hacen amistad con personas no populares o poco conocidas, de manera que no tienen competencia ni obstáculos que interfieran con sus necesidades. Otro estudio de Winter muestra que las personas con alta necesidad también buscan mujeres dependientes, de manera que puedan sentirse superiores.
Otros estudios muestran que las personas con alta motivación de poder mantienen una posición activa, asertiva y controladora en las interacciones con los demás. En el caso de los hombres, muestran mayor probabilidad de maltrato a la pareja. Además, tienden a rodearse de símbolos de poder, cuidar mucho su imagen y a ser narcisistas.
Winter también ha sugerido que la motivación de poder se manifiesta en la conducta de diversas maneras, según el sentido de responsabilidad de cada uno. En las personas con alto sentido de la responsabilidad se muestra como una búsqueda de prestigio en acciones socialmente aceptables. En personas con bajo sentido de la responsabilidad, se muestra en formas menos aceptables de influencia en los demás, como la agresividad, la explotación sexual y el uso de drogas como el alcohol. Los estudios han mostrado una correlación positiva entre alta motivación de poder, baja responsabilidad y consumo de alcohol, participación en peleas y deseo de posesión sexual.
La necesidad de afiliación
La necesidad de afilición consiste en la motivación para mantener relaciones con otras personas, no de dominancia sino de interacción social. El TAT refleja esta necesidad cuando las personas muestran preocupación por ser acepetadas o por establecer relaciones positivas con los demás.
Los estudios de Hardy (1957) sobre esta necesidad muestran que las personas con los niveles más altos le dan mucha importancia a que los demás no les consideren desagradables y por lo tanto ceden mucho más fácilmente a la presión del grupo.
Los estudios de Byrne, McDonald y Mikawa (1963) muestran que las personas con alta necesidad de afiliación tienen diferente forma de preocuparse por gustar yser aceptados que las personas con una baja necesidad. Por ejemplo, se ponen nerviosas cuando creen que los demás están juzgando su atractivo o sus capacidades interpersonales, responden mejor ante personas cálidas que ante reservadas y tienen una mayor tendencia a establecer relaciones con las personas cercanas.
Un estudio de Sorrentino y Field (1986), muestra que la necesidad de afiliación también afecta a la participación activa en los acontecimientos sociales. En su estudio, grupos de discusión formados por cuatro personas se reunían periódicamente. Al finalizar, de les solicitó que indicaran a quién consideraban el líder del grupo y, efectivamente, la tendencia fue a las personas con mayor necesidad de afiliación. Estos resultados se han correlacionado con los de la necesidad de logro y muestran que una persona con baja motivación de logro y alta en afiliación, tiene más probabilidad de ser escogida como líder que una persona con alta motivación de logro y baja de afiliación.
Un estudio de Meyer y Pepper (1977) muestra que la necesidad de afiliación puede ser un factor importante en la felicidad de las relaciones. Esta felicidad depende del equilibrio en la necesidad de afiliación entre los miembros de la relación, de tal manera que las personas con una alta necesidad encajan mejor con personas que también tengan una alta necesidad, y viceversa.
No obstante, Hill (1987) ha planteado la idea de que la afiliación puede deberse a distintas razones que podrían medirse como motivaciones diferentes. En concreto diferencia cuatro necesidades de afiliación: de comparación social, de apoyo emocional, de estimulación positiva y de atención de los demás. En los estudios que realizó obtuvo unas correlaciones apenas moderadas y unos resultados que sugieren que las necesidades específicas son más importantes que las generales.
La necesidad de intimidad
La necesidad de intimidad consiste en el deseo de experimentar relaciones cálidas y cercanas con otra persona. Como la necesidad de afiliación, el objetivo es estar con otra persona, pero esta motivación remarca la importancia del contacto y la disposición a compartir con el otro.
McAdams propuso esta motivación porque considera que es lo suficientemente diferente de la de afiliación, aunque ambas tienen muchas similitudes. Minetras que la de afiliación es activa, dirigida a "hacer", la de intimidad es pasiva y dirigida a "ser".
Las personas con alta motivación de intimidad tienen más interacción cercana con personas, pero no con grupos grandes; muestran mayor confidencia en sus interacciones, hablan más de sus temores, esperanzas y fantasías; tienden a afirmar que escuchan más que las personas con baja motivación de intimidad, quizá debido a que se preocupan más por el bienestar de los demás; y en las comunicaciones sonríen y establecen más contacto visual que las personas con baja motivación. La necesidad de intimidad se correlaciona con el contenido de la memoria de las personas, siendo las de alta necesidad quienes tienen mayor cantidad de recuerdos que implican intimidad física o psicológica con otra persona.
Inhibición de la motivación de poder
Los teóricos han estado estudiando un curioso patrón que incluye una alta necesidad de poder, una baja necesidad de afiliación y una tendencia a inhibir la expresión de poder. McClelland denominó a este patrón como "inhibición de la motivación de poder" o "patrón de motivación de liderazgo".
La teoría es que a la persona con alta necesidad de poder le interesa influir en los demás; tener una baja necesidad de afiliación le permite tomar decisiones sin preocuparse por resultar desagradable; y un autocontrol tan elevado que le permita inhibir el uso del poder le permite seguir procedimientos ordenados y permanecer en el contexto de la organización. El resultado debería ser una persona con facilidad para conseguir un éxito laboral en posiciones directivas.
Incentivos y expectativas
Cuando una necesidad es más intensa que las demás, trataremos de saciarla con prioridad, pero la manera concreta en que lo haremos depende de otros determinantes.
Uno de ellos es el valor del incentivo, el grado en que una actividad concreta nos satisface una necesidad. Por ejemplo, una persona con una alta necesidad de afiliación puede tener preferencia por satisfacerla mediante largas conversaciones con amigos concretos pero no disfrutar nada en las fiestas, a pesar de su alta necesidad de afiliación. Es el valor de los incentivos lo que explica la diversidad de conductas en personas que comparten el mismo grado en necesidades concretas. Según McClelland 1985), aunque necesidades e incentivos influyen en la conducta, las necesidades lo hacen de manera inconsciente y los incentivos de manera consciente.
Según McClelland también influye la expectativa, la probabilidad percibida de éxito de la acción. Las personas que mantienen expectativas de éxito seguirán realizando una conducta aunque no obtengan resultados inmediatos, mientras que las que no las mantienen buscarán alternativas a su conducta. La presencia o ausencia de habilidades necesarias para realizar una conducta afectan a las expectativas.
La personología
Para Murray, la única manera de comprender realmente la personalidad consiste en estudiar a la persona en su totalidad durante un tiempo prolongado. Consideraba que la aproximación nomotética se centraba demasiado en comparar y sólo permitía una comprensión superficial de las personas. Por ello prefería la aproximación idiográfica, centrada en el patrón de cualidad que hacen únicas a las personas.
Finalmente desarrolló lo que llamó personología, que definió como la rama de la psicología que estudia la vida de los individuos y los factores que influyen en su curso. Según él, la historia de la personalidad es la personalidad.
La Personality Research Form (PRF)
La PRF es un autorreporte basado en el sistema de necesidades de Murray. Mide 20 necesidades, pero todas tienen una base motivacional. Las cualidades medidas por la PRF se han comparado con el modelo de los cinco grandes y se han obtenido ciertas coincidencias. Según el análisis de Stumpf (1993), la PRF obtiene cinco factores y sólo recoge pobremente el neuroticismo del modelo de los cinco grandes. McCrae (1988) lo comparó con su NEO-PI (expresamente creado para medir los cinco grandes) y llegó a dos conclusiones. Por un lado, muchas de las escalas de la PRF no reflejan cualidades que sí se integran en los cinco grandes. Por otro, varias de las escalas más importantes de la PRF se cargan sobre dos o más factores, lo que parece indicar que son motivos relacionados con varios rasgos.
Los autorreportes y el TAT
Muchos teóricos han criticado los autorreportes como medio para medir la motivación ya que tienen una correlacióin muy baja con los resultados del TAT. McClelland y sus colaboradores han argumentado que de hecho los autorreportes y el TAT miden cosas distintas. Según ellos, los primeros miden lo que llamaron motivación autoatribuida, mientras que el TAT mide la motivación implícita. Por lo tanto, los autorreportes miden motivaciones relacionadas con metas inmediatas y pueden predecir su respuesta ante situaciones específicas. En cambio, con el TAT se miden motivaciones internas, por lo tanto es un buen predictor de la conducta a lo largo del tiempo.
Trastornos de conducta
Los teóricos de la aproximación de necesidades y motivos no han tratado con detalle el tema de los problemas de conducta, pero gracias a sus hallazgos podemos llegar a conclusiones interesantes.
Por ejemplo, es posible que la necesidad de poder contribuya al consumo de alcohol, ya que es una sustancia que incrementa la sensación de poder. Aunque la sensación es ilusoria, la persona con una alta motivación de poder puede saciar parte de su necesidad con el alcohol. Esto nos lleva a nuevas opciones de tratamiento para los problemas basados en necesidades mal saciadas. En el caso del bebedor por sensación de poder, es posible hacerle ver esta relación y animarle a que busque otra manera de saciar su necesidad, de manera que hemos tratado con éxito su alcoholismo. La clave está en tratar los aspectos motivacionales en vez de limitarse a tratar los síntomas directamente.
Por otro lado, McClelland y sus colaboradores iniciaron un programa dirigido a potenciar la motivación de logro, el cual ha resultado de especial utilidad para la gente de negocios. La base de este programa es la idea de que pensar mucho en aspectos relacionados con el logro aumenta esta motivación. El aumento de la fantasía de logro se traduce en un aumento de la eficacia. Los resultados del programa han sido positivos.
Por otro lado, muchos teóricos consideran que las necesidades también actúan mediante la motivación. David McClelland (1984) defiende que los motivos son agregados de cogniciones con matices afectivos, organizados alrededor de una preferencia o disposición hacia cierto tipo de experiencias. La motivación aparece en el pensamiento y las preocupaciones de la gente, lo cual le añade un tono afectivo. Por ejemplo, la necesidad de comida produce la motivación de hambre, esto crea una preocupación por saciarla y un pensamiento que dirigirá la acción, lo cual le añadirá un componente afectivo.
Sin embargo, cuando se trata de necesidades secundarias no es tan fácil diferenciar necesidad de motivación y suelen utilizarse ambos términos como sinónimos. No obstante, es necesario distinguir entre necesidad y motivación, ya que la motivación está influenciada por factores externos además de por las necesidades. Murray utiliza el término presión para referirse a estos factores. Por ejemplo, sería el caso de una persona cuya necesidad de comida le produce la motivación de hambre y se encuentra en una situación en la que tiene acceso restringido a la comida. Para saciarse se las arregla con lo que encuentra, como por ejemplo un sandwich preparado de máquina. Con esto se considera saciado, sin embargo, al momento se cruza con otra persona que lleva algo de comida mucho más apetitosa. De repente, la motivación de hambre vuelve, pero no por necesidad sino por un factor externo, la presión, ya que la persona ya se consideraba saciada. La presión afecta igual a las necesidades secundarias. Por ejemplo, hay personas que cuando alguien cercano recibe un premio aumentan su motivación de obtener reconocimiento, o bien, cuando se encuentran con mujeres embarazadas, aumentan su motivación de tener hijos.
Cada vez que satisfacemos una necesidad, otra pasa a ser la más importante y nuestra conducta se dirige a satisfacer la nueva necesidad dominante. Esto explica la manera en que las personas cambian su conducta en el tiempo. Además, las necesidades varían según la disposición del individuo. Hay personas que la mayor parte del tiempo tienen necesidades más intensas que otras. Aunque las sacien, enseguida vuelven a ser prioritarias. Por ejemplo, hay personas que siempre parecen estar hambrientos, otros que siempre están motivados para conseguir éxitos y otros que requieren la atención de la gente continuamente.
El sistema de necesidades de Murray
Murray y sus colaboradores hicieron una lista de necesidades humanas, remarcando las secundarias. Argumentaban que todos tenemos esas necesidades, aunque tengamos una tendencia disposicional por alguna. Por lo tanto, el patrón de necesidades de cada individuo describe su personalidad. Algunos ejemplos de necesidades secundarias según Murray:
Aunque cada necesidad es independiente, pueden relacionarse entre ellas. En ocasiones la conducta se debe a mezclas de necesidades. Por ejemplo, una madre con una necesidad protectora y dominante puede tratar a sus hijos de manera protectora pero sin considerar los deseos y preferencias de éstos. Algunas necesidades pueden favorecerse con el objetivo de favorecer todavía más a otra más importante. Por ejemplo, una persona con una importante necesidad de orden que sólo obedece a favorecer una necesidad mayor, la de logro. Sin embargo, las necesidades pueden obstaculizarse entre ellas. Además, las presiones también pueden favorecer o perjudicar las necesidades. Por ejemplo, una persona con una alta necesidad de logro que se enfrenta a la presión de desafíos cada vez mayores puede reaccionar bloqueándose por el exceso de responsabilidad o aumentando su motivación debido a las oportunidades que se le presentan.
El test de apercepción temática (TAT)
El estudio de la versión motivacional de la personalidad requiere un método para la medición de los motivos. Realizar esta medición es bastante difícil, ya que la gente no siempre muestra abiertamente sus necesidades. De entrada podemos diferenciar entre necesidades manifiestas y necesidades latentes. Mientras que las primeras se muestran abiertamente y son fáciles de evaluar, las segundas son todo lo contrario. Frecuentemente, lo que de verdad nos interesa conocer es el patrón de necesidades latentes del individuo.
Morgan y Murray (1935) pensaron en la probabilidad de que las necesidades latentes se proyectaran en la fantasía del sujeto. A este proceso de proyección lo llamaron apercepción, y es mediante el cual se lleva a cabo el test de apercepción temática.
Este test consiste en presentar al sujeto una serie de imágenes ambiguas en las que no queda claro lo que está ocurriendo y entonces se le pide que las explique. Los temas que aparezcan en su relato serán una proyección de sus necesidades latentes.
Aunque este test ha pasado por diversas pruebas de validación que parecen confirmar su validez, recibe principalmente dos críticas: su baja consistencia interna y fiabilidad test-retest. En su defensa se ha argumentado que puesto que el TAT usa imágenes muy variadas, es normal que salgan muchos tipos de historias y eso haga reducie la consistencia interna. Además, la interpretación de las imágenes requiere creatividad, lo cual genera un grado de presión para evitar repetirse, lo cual afecta tanto a la consistencia interna como a la fiabilidad test-retest.
La necesidad de logro
La motivación de lo logro ha sido estudiada principalmente por David McClelland y John Atkinson. Consiste en el deseo de hacer las cosas bien y obtener placer a medida que superamos obstáculos y mejoramos nuestras capacidades. El TAT refleja esta necesidad cuando los sujetos nombran metas alcanzables, sentimientos positivos respecto al éxito o negativos en relación al fracaso.
Las personas con baja motivación de logro se diferencian de las que tienen una alta en la manera en que se aproximan a las situaciones de diferente dificultad. Las personas con baja motivación de logro prefieren tareas muy fáciles o muy difíciles, aunque tienden a las primeras. Esto se debe a que las primeras no suponen mucha presión y, aunque no requieren un gran esfuerzo, es muy gratificante hacer las cosas bien. En cuanto a las tareas muy difíciles, nadie verá mal que fallen en una tarea de ese tipo y en caso de conseguirlo también resultará muy gratificante. En cuanto a las personas con alta motivación de logro, prefieren tareas de dificultad moderada, ya que son un tipo de personas que se marcan metas desafiantes pero factibles según sus capacidades. Las tareas muy fáciles o muy difíciles no les motivan.
El hecho de que las personas con alta motivación de logro prefieran tareas de dificultad moderada probablemente se debe a que son las que les proporcionan más información sobre sus capacidades. Las tareas muy fáciles no les suponen un reto y las muy difíciles terminarán con mucha probabilidad en un fracaso, así que ninguna les aportará información interesante. Trope (1975, 1980) probó esta idea en un estudio en el que separó los reactivos según su dificultad y su nivel de diagnóstico, entendiendo esto último como la información que pueden proporcionar sobre la capacidad. Permitió a los sujetos que escogieran los reactivos con los que iban a trabajar y, efectivamente, las personas con alta motivación de logro escogían las de mayor nivel de diagnóstico.
Otros teóricos han estudiado el efecto de la motivación de logro en otras áreas y han descubierto una relación positiva con la persistencia ante el fracaso, el desempeño en tareas reales y con las calificaciones escolares, entre otras. Se ha sugerido que la motivación de logro tiene un papel importante en el crecimiento económico y el declive de las culturas. Diversos estudios han relacionado con éxito la literatura de varias civilizaciones con su crecimiento. Los estudios de Bradburn y Berlew (1961) y McClelland (1961) mostraron una correlación positiva entre la fantasía de logro de la literatura de diversas culturas y su posterior crecimiento económico.
La necesidad de poder
La necesidad de poder ha sido estudiada principalmente por David Winter (1973). Consiste en la motivación para causar efecto en los demás, el deseo de obtener prestigio, estatus e influencia sobre los demás. El TAT refleja esta motivación cuando los sujetos hacen referencia a acciones enérgicas, especialmente las que provocan respuestas emocionales en los demás, o cuando hablan de estatus.
Las personas con alta motivación de poder tienden a escoger posiciones de autoridad e influencia. Esta motivación es muy influyente en la eficacia de los políticos. Aquéllos con alta motivación de poder han resultado ser más eficaces que los de baja motivación.
En un estudio de Fodor (1984), se puso a los sujetos a liderar grupos separados en eficientes e ineficientes, con la intención de estudiar el comportamiento de los sujetos al liderar el grupo ineficiente. Las personas con alta motivación de poder se mostraron más activos y atentos cuando las cosas iban mal, mientras que las personas con baja motivación se vieron muy perjudicadas.
Un estudio de Winter (1973), muestra la relación entre la necesidad de poder y las amistades que hacemos. Las personas con una alta necesidad hacen amistad con personas no populares o poco conocidas, de manera que no tienen competencia ni obstáculos que interfieran con sus necesidades. Otro estudio de Winter muestra que las personas con alta necesidad también buscan mujeres dependientes, de manera que puedan sentirse superiores.
Otros estudios muestran que las personas con alta motivación de poder mantienen una posición activa, asertiva y controladora en las interacciones con los demás. En el caso de los hombres, muestran mayor probabilidad de maltrato a la pareja. Además, tienden a rodearse de símbolos de poder, cuidar mucho su imagen y a ser narcisistas.
Winter también ha sugerido que la motivación de poder se manifiesta en la conducta de diversas maneras, según el sentido de responsabilidad de cada uno. En las personas con alto sentido de la responsabilidad se muestra como una búsqueda de prestigio en acciones socialmente aceptables. En personas con bajo sentido de la responsabilidad, se muestra en formas menos aceptables de influencia en los demás, como la agresividad, la explotación sexual y el uso de drogas como el alcohol. Los estudios han mostrado una correlación positiva entre alta motivación de poder, baja responsabilidad y consumo de alcohol, participación en peleas y deseo de posesión sexual.
La necesidad de afiliación
La necesidad de afilición consiste en la motivación para mantener relaciones con otras personas, no de dominancia sino de interacción social. El TAT refleja esta necesidad cuando las personas muestran preocupación por ser acepetadas o por establecer relaciones positivas con los demás.
Los estudios de Hardy (1957) sobre esta necesidad muestran que las personas con los niveles más altos le dan mucha importancia a que los demás no les consideren desagradables y por lo tanto ceden mucho más fácilmente a la presión del grupo.
Los estudios de Byrne, McDonald y Mikawa (1963) muestran que las personas con alta necesidad de afiliación tienen diferente forma de preocuparse por gustar yser aceptados que las personas con una baja necesidad. Por ejemplo, se ponen nerviosas cuando creen que los demás están juzgando su atractivo o sus capacidades interpersonales, responden mejor ante personas cálidas que ante reservadas y tienen una mayor tendencia a establecer relaciones con las personas cercanas.
Un estudio de Sorrentino y Field (1986), muestra que la necesidad de afiliación también afecta a la participación activa en los acontecimientos sociales. En su estudio, grupos de discusión formados por cuatro personas se reunían periódicamente. Al finalizar, de les solicitó que indicaran a quién consideraban el líder del grupo y, efectivamente, la tendencia fue a las personas con mayor necesidad de afiliación. Estos resultados se han correlacionado con los de la necesidad de logro y muestran que una persona con baja motivación de logro y alta en afiliación, tiene más probabilidad de ser escogida como líder que una persona con alta motivación de logro y baja de afiliación.
Un estudio de Meyer y Pepper (1977) muestra que la necesidad de afiliación puede ser un factor importante en la felicidad de las relaciones. Esta felicidad depende del equilibrio en la necesidad de afiliación entre los miembros de la relación, de tal manera que las personas con una alta necesidad encajan mejor con personas que también tengan una alta necesidad, y viceversa.
No obstante, Hill (1987) ha planteado la idea de que la afiliación puede deberse a distintas razones que podrían medirse como motivaciones diferentes. En concreto diferencia cuatro necesidades de afiliación: de comparación social, de apoyo emocional, de estimulación positiva y de atención de los demás. En los estudios que realizó obtuvo unas correlaciones apenas moderadas y unos resultados que sugieren que las necesidades específicas son más importantes que las generales.
La necesidad de intimidad
La necesidad de intimidad consiste en el deseo de experimentar relaciones cálidas y cercanas con otra persona. Como la necesidad de afiliación, el objetivo es estar con otra persona, pero esta motivación remarca la importancia del contacto y la disposición a compartir con el otro.
McAdams propuso esta motivación porque considera que es lo suficientemente diferente de la de afiliación, aunque ambas tienen muchas similitudes. Minetras que la de afiliación es activa, dirigida a "hacer", la de intimidad es pasiva y dirigida a "ser".
Las personas con alta motivación de intimidad tienen más interacción cercana con personas, pero no con grupos grandes; muestran mayor confidencia en sus interacciones, hablan más de sus temores, esperanzas y fantasías; tienden a afirmar que escuchan más que las personas con baja motivación de intimidad, quizá debido a que se preocupan más por el bienestar de los demás; y en las comunicaciones sonríen y establecen más contacto visual que las personas con baja motivación. La necesidad de intimidad se correlaciona con el contenido de la memoria de las personas, siendo las de alta necesidad quienes tienen mayor cantidad de recuerdos que implican intimidad física o psicológica con otra persona.
Inhibición de la motivación de poder
Los teóricos han estado estudiando un curioso patrón que incluye una alta necesidad de poder, una baja necesidad de afiliación y una tendencia a inhibir la expresión de poder. McClelland denominó a este patrón como "inhibición de la motivación de poder" o "patrón de motivación de liderazgo".
La teoría es que a la persona con alta necesidad de poder le interesa influir en los demás; tener una baja necesidad de afiliación le permite tomar decisiones sin preocuparse por resultar desagradable; y un autocontrol tan elevado que le permita inhibir el uso del poder le permite seguir procedimientos ordenados y permanecer en el contexto de la organización. El resultado debería ser una persona con facilidad para conseguir un éxito laboral en posiciones directivas.
Incentivos y expectativas
Cuando una necesidad es más intensa que las demás, trataremos de saciarla con prioridad, pero la manera concreta en que lo haremos depende de otros determinantes.
Uno de ellos es el valor del incentivo, el grado en que una actividad concreta nos satisface una necesidad. Por ejemplo, una persona con una alta necesidad de afiliación puede tener preferencia por satisfacerla mediante largas conversaciones con amigos concretos pero no disfrutar nada en las fiestas, a pesar de su alta necesidad de afiliación. Es el valor de los incentivos lo que explica la diversidad de conductas en personas que comparten el mismo grado en necesidades concretas. Según McClelland 1985), aunque necesidades e incentivos influyen en la conducta, las necesidades lo hacen de manera inconsciente y los incentivos de manera consciente.
Según McClelland también influye la expectativa, la probabilidad percibida de éxito de la acción. Las personas que mantienen expectativas de éxito seguirán realizando una conducta aunque no obtengan resultados inmediatos, mientras que las que no las mantienen buscarán alternativas a su conducta. La presencia o ausencia de habilidades necesarias para realizar una conducta afectan a las expectativas.
La personología
Para Murray, la única manera de comprender realmente la personalidad consiste en estudiar a la persona en su totalidad durante un tiempo prolongado. Consideraba que la aproximación nomotética se centraba demasiado en comparar y sólo permitía una comprensión superficial de las personas. Por ello prefería la aproximación idiográfica, centrada en el patrón de cualidad que hacen únicas a las personas.
Finalmente desarrolló lo que llamó personología, que definió como la rama de la psicología que estudia la vida de los individuos y los factores que influyen en su curso. Según él, la historia de la personalidad es la personalidad.
La Personality Research Form (PRF)
La PRF es un autorreporte basado en el sistema de necesidades de Murray. Mide 20 necesidades, pero todas tienen una base motivacional. Las cualidades medidas por la PRF se han comparado con el modelo de los cinco grandes y se han obtenido ciertas coincidencias. Según el análisis de Stumpf (1993), la PRF obtiene cinco factores y sólo recoge pobremente el neuroticismo del modelo de los cinco grandes. McCrae (1988) lo comparó con su NEO-PI (expresamente creado para medir los cinco grandes) y llegó a dos conclusiones. Por un lado, muchas de las escalas de la PRF no reflejan cualidades que sí se integran en los cinco grandes. Por otro, varias de las escalas más importantes de la PRF se cargan sobre dos o más factores, lo que parece indicar que son motivos relacionados con varios rasgos.
Los autorreportes y el TAT
Muchos teóricos han criticado los autorreportes como medio para medir la motivación ya que tienen una correlacióin muy baja con los resultados del TAT. McClelland y sus colaboradores han argumentado que de hecho los autorreportes y el TAT miden cosas distintas. Según ellos, los primeros miden lo que llamaron motivación autoatribuida, mientras que el TAT mide la motivación implícita. Por lo tanto, los autorreportes miden motivaciones relacionadas con metas inmediatas y pueden predecir su respuesta ante situaciones específicas. En cambio, con el TAT se miden motivaciones internas, por lo tanto es un buen predictor de la conducta a lo largo del tiempo.
Trastornos de conducta
Los teóricos de la aproximación de necesidades y motivos no han tratado con detalle el tema de los problemas de conducta, pero gracias a sus hallazgos podemos llegar a conclusiones interesantes.
Por ejemplo, es posible que la necesidad de poder contribuya al consumo de alcohol, ya que es una sustancia que incrementa la sensación de poder. Aunque la sensación es ilusoria, la persona con una alta motivación de poder puede saciar parte de su necesidad con el alcohol. Esto nos lleva a nuevas opciones de tratamiento para los problemas basados en necesidades mal saciadas. En el caso del bebedor por sensación de poder, es posible hacerle ver esta relación y animarle a que busque otra manera de saciar su necesidad, de manera que hemos tratado con éxito su alcoholismo. La clave está en tratar los aspectos motivacionales en vez de limitarse a tratar los síntomas directamente.
Por otro lado, McClelland y sus colaboradores iniciaron un programa dirigido a potenciar la motivación de logro, el cual ha resultado de especial utilidad para la gente de negocios. La base de este programa es la idea de que pensar mucho en aspectos relacionados con el logro aumenta esta motivación. El aumento de la fantasía de logro se traduce en un aumento de la eficacia. Los resultados del programa han sido positivos.
domingo, 9 de mayo de 2010
La perspectiva disposicional: Modelo de rasgos y tipos
Según este modelo, la gente puede ser clasificada en tipos. Los tipos son categorías distintas y discontinuas, como por ejemplo el género, ya que se es hombre o se es mujer, una de las dos. Esta idea puede remontarse hasta Hipócrates (~400 a.C.) y Galeno (~150 d.C.). Ambos trabajaron con la teoría de los cuatro humores, según la cual distinguían entre individuos coléricos (irritables), melancólicos (depresivos), sanguíneos (optimistas) y flemáticos (tranquilos). Cada tipo reflejaba un exceso de uno de esos cuatro fluidos corporales. En 1903, Wilhelm Wundt propuso dos categorías, que clasificaban a la gente en dos dimensiones continuas: emocional - no emocional y estable - inestable. En 1933, Carl Jung propuso una tipología basada en dos categorías: introvertidos y extrovertidos. El introvertido tiende a la soledad, se comporta como con timidez y prefiere las actividades solitarias a la interacción social. Ante situaciones estresantes se refugia en sí mismo. El extrovertido es lo opuesto. Prefiere la interacción social y busca ayuda en los demás. Por otro lado, consideran que la gente se diferencia en unas variables continuas, los rasgos. Según esta idea, las personas se diferencian por la cantidad de rasgos diferentes que presentan, siendo una diferencia más cuantitativa que cualitativa.
Las teorías tipológicas se han ido quedando al margen, ya que es insostenible un sistema que clasifique a las personas en grupos claramente definidos. Incluso el género, utilizado antes como ejemplo de tipo, presenta una variación continua que en algunos casos diferencia claramente al hombre de la mujer, mientras que en otros la asignación es arbitraria. De hecho, el propio Jung utilizaba los tipos como etiquetas por conveniencia y creía que las personas tendían hacia uno u otro lado. Actualmente, la mayoría de teóricos disposicionales hablan en términos de rasgos y no de tipos.
Siguiendo este modelo, surge la pregunta de cuáles son los rasgos básicos que componen la personalidad. Existen muchas palabras que describen cualidades de la personalidad humana, pero no todas son igualmente importantes. Sin embargo, entre todas designan una cantidad mucho menor de cualidades subyacentes. Para descubrirlas, los psicólogos utilizan el análisis factorial. Esta técnica se basa en que si dos o más características covarían al ser examinadas en varias personas, es posible que haya un rasgo común tras ellas. De esta manera, se reduce la interminable cantidad de cualidades a una cantidad manejable de rasgos que están tras estas cualidades. Además, la misma técnica muestra cuáles son los más importantes. Sin embargo, presenta un problema, ya que previamente hay que seleccionar los rasgos que se van a analizar, y toda la información que no contengan no va a salir reflejada en los resultados. Sobre este problema, varios psicólogos propusieron de qué forma deben obtenerse los datos para que el análisis factorial sea el adecuado.
La aproximación de Raymond Cattell
Cattell defendía que los investigadores deberían determinar empíricamente los rasgos que subyacen a la conducta humana. Para ello utilizó el llamado criterio léxico. Según este criterio, cuantas más palabras describen un mismo rasgo, más importante es éste. Redujo posibles candidatos hasta quedarse con una lista de 171 rasgos, a los que sometió a análisis factorial. Los factores que resultaron son las dimensiones que él consideró más importantes para describir la personalidad. Además, Cattell proponía una aproximación multivariada, en la que hay que utilizar los datos obtenidos de diferentes métodos, como cuestionarios de autorreporte, calificaciones de observadores y datos conductuales objetivos, para que contrarresten entre sí sus respectivos problemas de observación. Finalmente, Cattell concluyó que la esencia de la personalidad está en 16 rasgos, a los que denominó con nombres inventados para evitar que tuvieran connotaciones previas. Más tarde, cambió los nombres por otros que transmiten sentido psicológico a cada factor. Como rasgos, presentan una dimensión continua en la que los extremos son conceptos opuestos. Los 16 factores que Cattell medía con su test, el 16PF, son:
1. Reservado - Calido
2. Razonamiento concreto - Razonamiento abstracto
3. Reactivo - Emocionalmente estable
4. Deferente - Dominante
5. Formal - Vivaz
6. Oportuno - Consciente de las reglas
7. Tímido - Socialmente atrevido
8. Utilitario - Sensible
9. Confiado - Vigilante
10. Práctico - Imaginativo
11. Franco - Privado
12. Seguro de sí mismo - Aprehensivo
13. Tradicional - Abierto al cambio
14. Orientado al grupo - Confiado en sí mismo
15. Tolerante del desorden - Perfeccionista
16. Relajado - Tenso
El modelo de rasgos de Hans Eysenck
Eysenck defendía que los investigadores deben comenzar la investigación con ideas muy claras de lo que quieren medir, para luego medirlas de la manera más adecuada. Se apoyó en la tipología de Hipócrates y Galeno y en las observaciones de Jung y Wundt. Según él, los cuatro tipos identificados por Hipócrates y Galeno eran el resultado de la combinación de distintos niveles de dos rasgos de orden superior, así que rehizo las observaciones de éstos en una matriz de dos dimensiones. Estos dos rasgos de orden superior son introversión-extraversión y emocionalidad-estabilidad (o neuroticismo). La extroversión se refiere a la tendencia a la sociabilidad, la búsqueda de exitación, la vivacidad, la activación y el dominio, mientras que la estabilidad emocional se refiere a la facilidad y la frecuencia con la que las personas se molestan y se perturban. Niveles altos de mal humor, ansiedad y depresión reflejan inestabilidad emocional.
En la tabla se muestran las diversas combinaciones de estas dos dimensiones, junto al antiguo nombre dado por Hipócrates y Galeno. Como el modelo de Eysenck es de rasgos, estas características son los extremos de una línea continua, por lo que la mayoría de las personas está en un punto medio. Estas dimensiones se miden mediante un instrumento de autorreporte, el Cuestionario de Personalidad de Eysenck (CPE). Utiliza el análisis factorial para comprobar qué reactivos no están bien cargados y para confirmar que las escalas miden los dos factores que pretenden medir. Este modelo, aunque parte de una base distinta a la de Cattell, comparte rasgos de orden superior y factores de segundo orden con su aproximación. Sin embargo, Cattell critica a Eysenck porque los rasgos que usa no cubren el abanico entero de la personalidad. Eysenck, por su parte, no cree que éstos sean los únicos rasgos de la personalidad, pero sí los más importantes dentro de una jerarquía, de manera que comprenden todos los demás rasgos que quedan por debajo y a los que Cattell da excesiva importancia. Además, Eysenck habla de una tercera dimensión, el psicoticismo, que consiste en la predisposición a volverse psicótico y sociópata. Esta dimensión ha recibido menos atención que las otras dos y está menos elaborada. Un alto nivel en psicoticismo indica tendencia a la hostilidad, la manipulación y la impulsividad. Por último, la teoría de Eysenck tiene un aspecto biológico, ya que cree que los tipos se relacionan con aspectos del funcionamiento del sistema nervioso.
Los conceptos populares de Harrison Gough
En 1968, Gough argumentó que hay aspectos de la conducta que son comunes en todas las culturas y que surgen de la interacción social, como por ejemplo la responsabilidad social, la tendencia a preocuparse por el grupo y no sólo por uno mismo. A estos aspectos los llamó conceptos populares. Según Gough, son los aspectos básicos de la personalidad humana, y por lo tanto los aspectos que deben medirse. Para ello creó el Inventario Psicológico de California (CPI), que comprendía diez escalas basadas en estos conceptos populares. Como Eysenck, partió de una base teórica, pero antes de decidir los ítems a medir realizó observaciones sobre las cualidades que compartían las distintas sociedades.
El círculo interpersonal de Jerry Wiggins
Wiggins y sus colegas argumentan que los rasgos que influyen en la calidad de las experiencias interpersonales constituyen los aspectos básicos de la personalidad. Propusieron la idea del círculo interpersonal, un conjunto de ocho patrones interpersonales dispuestos alrededor de dos ejes que representan las dos dimensiones básicas de las relacionas humanas: el dominio o estatus (eje vertical) y el amor (eje horizontal). Las diversas personalidades surgen de la combinación de valores en esas dos dimensiones.
Los cinco grandes
Actualmente, cada vez hay un mayor consenso sobre cuáles son los rasgos básicos.Este modelo tiene en cuenta todo lo anterior y plantea cinco rasgos de orden superior. A lo largo de la última mitad del siglo XX, varios psicólogos se fueron encontrando con problemas a la hora de reproducir las estructuras propuestas por otros psicólogos, y todos lo resolvieron mediante estructuras de cinco rasgos. Esto supuso una primera evidencia de que la mejor explicación la proporcionaba un modelo de cinco factores. A finales de siglo se disparó el interés por esta teoría y se realizaron todo tipo de pruebas. Aunque el modelo funciona muy bien, finalmente se encontraron dos inconvenientes. En primer lugar, es muy difícil dar un nombre a los factores que los represente bien, y por lo tanto existe mucho desacuerdo sobre su interpretación. En segundo lugar, cada factor depende de las pruebas incluidas en el estudio. Si una cualidad de la conducta se deja fuera o no está bien representada en los reactivos, no participará en el rasgo. Por ello, distintos análisis con medidas diferentes pueden llevar a distintas conclusiones sobre el significado de los factores, aunque exista un acuerdo sobre la aparición de más o menos los mismos factores.
Los términos utilizados para referirse a estos cinco factores varían mucho de un autor a otro, y en ocasiones se asemejan bastante. El problema radica en las cualidades que implican los distintos términos. Mientras que unos psicólogos están de acuerdo con unos términos, otros se quejan porque no incluyen ciertas cualidades que deberían incluir. El cuadro recoge las propuestas de diversos autores y finalmente la propuesta de Peabody y Goldberg sobre el área de la vida a la que pertenecen los rasgos.
Versiones nomotética e idiográfica de los rasgos
En 1961, Gordon Allport diferenció dos aproximaciones al concepto de rasgo. Por un lado está la aproximación nomotética, según la cual los rasgos existen y tienen el mismo significado psicológico para todos. Por ello, las personas se diferencian sólo en el grado en que los rasgos están presentes. Por otro lado está la aproximación idiográfica, según la cual algunos rasgos son poseídos por una sola persona, por lo que cada persona es única. Como puede haber tantos rasgos diferentes como individuos que lo posean, es imposible comparar a las personas. En 1988, Baumeister y Tice utilizaron el término metarrasgo para referirse a la cualidad de poseer o no un rasgo. Obtuvieron evidencias de que algunos rasgos son importantes para unos e irrelevantes para otros. En 1993, Britt se encontró con lo mismo y concluyó que la presencia o ausencia de un rasgo es lo que da forma a la personalidad. Aunque actualmente predomina la aproximación nomotética, todos aceptan parte de la otra aproximación en sus teorías.
Situacionismo e interaccionismo
Los rasgos son aspectos estables de la personalidad. Se supone que diferencias en un rasgo deben correlacionarse con diferencias en los comportamientos relacionados con el rasgo. Sin embargo, dicha correlación no se encuentra. En 1968, Walter Mischel utilizó el concepto coeficiente de personalidad para referirse a esta correlación, que generalmente cae muy bajo. Esto puso en duda el concepto de rasgo e incluso el de personalidad.
La primera respuesta a esta baja correlación fue la aproximación situacionista. El situacionismo es una postura crítica de la aproximación de los rasgos según la cual las variables situacionales son más importantes que la personalidad para determinar la conducta. Esta aproximación se identifica con los psicólogos sociales, que remarcan la importancia del ambiente social en la personalidad. En 1983, Funder y Ozer demostraron que esta aproximación era errónea. Correlacionaron las variables situacionales como se había hecho con los rasgos y también encontraron resultados muy bajos, con lo cual el situacionismo no explicaba más que el modelo de rasgos.
La idea se siguió desarrollando y dio lugar al interaccionismo. Esta aproximación argumenta que los rasgos de personalidad y las situaciones interactúan para influir en la conducta. Es decir, una misma situación puede afectar a unas personas pero no a otras, y dentro de las personas afectadas cada undividuo puede reaccionar de una manera diferente. Por otro lado, hay situaciones que permiten que ciertas conductas se muestren y otras que las reprimen.
Trastornos de conducta
Desde esta perspectiva se intentó comprender la psicopatología principalmente mediante una categorización que permitiera encontrar en la conducta de la gente los signos asociados a las diferentes conductas. De esa manera, ciertas posiciones en la dimensión de un rango pueden indicar patología, por ejemplo, en los extremos. El interaccionismo elaboró más estas ideas al mostrar que las diferencias individuales importan en unas situaciones y en otras no. El interés se centró entonces en la susceptibilidad a experimentar un problema. En ese aspecto, las personas se diferencian por la susceptibilidad que tienen a sufrir un determinado problema. A este modelo se le llama de diátesis-estrés, ya que las situaciones en las que la susceptibilidad importa son aquellas en las que el individuo está bajo mucha presión. Por ello, la mejor solución para evitar las psicopatologías es evitar las situaciones que conlleven un estrés importante.
Las teorías tipológicas se han ido quedando al margen, ya que es insostenible un sistema que clasifique a las personas en grupos claramente definidos. Incluso el género, utilizado antes como ejemplo de tipo, presenta una variación continua que en algunos casos diferencia claramente al hombre de la mujer, mientras que en otros la asignación es arbitraria. De hecho, el propio Jung utilizaba los tipos como etiquetas por conveniencia y creía que las personas tendían hacia uno u otro lado. Actualmente, la mayoría de teóricos disposicionales hablan en términos de rasgos y no de tipos.
Siguiendo este modelo, surge la pregunta de cuáles son los rasgos básicos que componen la personalidad. Existen muchas palabras que describen cualidades de la personalidad humana, pero no todas son igualmente importantes. Sin embargo, entre todas designan una cantidad mucho menor de cualidades subyacentes. Para descubrirlas, los psicólogos utilizan el análisis factorial. Esta técnica se basa en que si dos o más características covarían al ser examinadas en varias personas, es posible que haya un rasgo común tras ellas. De esta manera, se reduce la interminable cantidad de cualidades a una cantidad manejable de rasgos que están tras estas cualidades. Además, la misma técnica muestra cuáles son los más importantes. Sin embargo, presenta un problema, ya que previamente hay que seleccionar los rasgos que se van a analizar, y toda la información que no contengan no va a salir reflejada en los resultados. Sobre este problema, varios psicólogos propusieron de qué forma deben obtenerse los datos para que el análisis factorial sea el adecuado.
La aproximación de Raymond Cattell
Cattell defendía que los investigadores deberían determinar empíricamente los rasgos que subyacen a la conducta humana. Para ello utilizó el llamado criterio léxico. Según este criterio, cuantas más palabras describen un mismo rasgo, más importante es éste. Redujo posibles candidatos hasta quedarse con una lista de 171 rasgos, a los que sometió a análisis factorial. Los factores que resultaron son las dimensiones que él consideró más importantes para describir la personalidad. Además, Cattell proponía una aproximación multivariada, en la que hay que utilizar los datos obtenidos de diferentes métodos, como cuestionarios de autorreporte, calificaciones de observadores y datos conductuales objetivos, para que contrarresten entre sí sus respectivos problemas de observación. Finalmente, Cattell concluyó que la esencia de la personalidad está en 16 rasgos, a los que denominó con nombres inventados para evitar que tuvieran connotaciones previas. Más tarde, cambió los nombres por otros que transmiten sentido psicológico a cada factor. Como rasgos, presentan una dimensión continua en la que los extremos son conceptos opuestos. Los 16 factores que Cattell medía con su test, el 16PF, son:
1. Reservado - Calido
2. Razonamiento concreto - Razonamiento abstracto
3. Reactivo - Emocionalmente estable
4. Deferente - Dominante
5. Formal - Vivaz
6. Oportuno - Consciente de las reglas
7. Tímido - Socialmente atrevido
8. Utilitario - Sensible
9. Confiado - Vigilante
10. Práctico - Imaginativo
11. Franco - Privado
12. Seguro de sí mismo - Aprehensivo
13. Tradicional - Abierto al cambio
14. Orientado al grupo - Confiado en sí mismo
15. Tolerante del desorden - Perfeccionista
16. Relajado - Tenso
El modelo de rasgos de Hans Eysenck
Eysenck defendía que los investigadores deben comenzar la investigación con ideas muy claras de lo que quieren medir, para luego medirlas de la manera más adecuada. Se apoyó en la tipología de Hipócrates y Galeno y en las observaciones de Jung y Wundt. Según él, los cuatro tipos identificados por Hipócrates y Galeno eran el resultado de la combinación de distintos niveles de dos rasgos de orden superior, así que rehizo las observaciones de éstos en una matriz de dos dimensiones. Estos dos rasgos de orden superior son introversión-extraversión y emocionalidad-estabilidad (o neuroticismo). La extroversión se refiere a la tendencia a la sociabilidad, la búsqueda de exitación, la vivacidad, la activación y el dominio, mientras que la estabilidad emocional se refiere a la facilidad y la frecuencia con la que las personas se molestan y se perturban. Niveles altos de mal humor, ansiedad y depresión reflejan inestabilidad emocional.
En la tabla se muestran las diversas combinaciones de estas dos dimensiones, junto al antiguo nombre dado por Hipócrates y Galeno. Como el modelo de Eysenck es de rasgos, estas características son los extremos de una línea continua, por lo que la mayoría de las personas está en un punto medio. Estas dimensiones se miden mediante un instrumento de autorreporte, el Cuestionario de Personalidad de Eysenck (CPE). Utiliza el análisis factorial para comprobar qué reactivos no están bien cargados y para confirmar que las escalas miden los dos factores que pretenden medir. Este modelo, aunque parte de una base distinta a la de Cattell, comparte rasgos de orden superior y factores de segundo orden con su aproximación. Sin embargo, Cattell critica a Eysenck porque los rasgos que usa no cubren el abanico entero de la personalidad. Eysenck, por su parte, no cree que éstos sean los únicos rasgos de la personalidad, pero sí los más importantes dentro de una jerarquía, de manera que comprenden todos los demás rasgos que quedan por debajo y a los que Cattell da excesiva importancia. Además, Eysenck habla de una tercera dimensión, el psicoticismo, que consiste en la predisposición a volverse psicótico y sociópata. Esta dimensión ha recibido menos atención que las otras dos y está menos elaborada. Un alto nivel en psicoticismo indica tendencia a la hostilidad, la manipulación y la impulsividad. Por último, la teoría de Eysenck tiene un aspecto biológico, ya que cree que los tipos se relacionan con aspectos del funcionamiento del sistema nervioso.
Los conceptos populares de Harrison Gough
En 1968, Gough argumentó que hay aspectos de la conducta que son comunes en todas las culturas y que surgen de la interacción social, como por ejemplo la responsabilidad social, la tendencia a preocuparse por el grupo y no sólo por uno mismo. A estos aspectos los llamó conceptos populares. Según Gough, son los aspectos básicos de la personalidad humana, y por lo tanto los aspectos que deben medirse. Para ello creó el Inventario Psicológico de California (CPI), que comprendía diez escalas basadas en estos conceptos populares. Como Eysenck, partió de una base teórica, pero antes de decidir los ítems a medir realizó observaciones sobre las cualidades que compartían las distintas sociedades.
El círculo interpersonal de Jerry Wiggins
Wiggins y sus colegas argumentan que los rasgos que influyen en la calidad de las experiencias interpersonales constituyen los aspectos básicos de la personalidad. Propusieron la idea del círculo interpersonal, un conjunto de ocho patrones interpersonales dispuestos alrededor de dos ejes que representan las dos dimensiones básicas de las relacionas humanas: el dominio o estatus (eje vertical) y el amor (eje horizontal). Las diversas personalidades surgen de la combinación de valores en esas dos dimensiones.
Los cinco grandes
Actualmente, cada vez hay un mayor consenso sobre cuáles son los rasgos básicos.Este modelo tiene en cuenta todo lo anterior y plantea cinco rasgos de orden superior. A lo largo de la última mitad del siglo XX, varios psicólogos se fueron encontrando con problemas a la hora de reproducir las estructuras propuestas por otros psicólogos, y todos lo resolvieron mediante estructuras de cinco rasgos. Esto supuso una primera evidencia de que la mejor explicación la proporcionaba un modelo de cinco factores. A finales de siglo se disparó el interés por esta teoría y se realizaron todo tipo de pruebas. Aunque el modelo funciona muy bien, finalmente se encontraron dos inconvenientes. En primer lugar, es muy difícil dar un nombre a los factores que los represente bien, y por lo tanto existe mucho desacuerdo sobre su interpretación. En segundo lugar, cada factor depende de las pruebas incluidas en el estudio. Si una cualidad de la conducta se deja fuera o no está bien representada en los reactivos, no participará en el rasgo. Por ello, distintos análisis con medidas diferentes pueden llevar a distintas conclusiones sobre el significado de los factores, aunque exista un acuerdo sobre la aparición de más o menos los mismos factores.
Los términos utilizados para referirse a estos cinco factores varían mucho de un autor a otro, y en ocasiones se asemejan bastante. El problema radica en las cualidades que implican los distintos términos. Mientras que unos psicólogos están de acuerdo con unos términos, otros se quejan porque no incluyen ciertas cualidades que deberían incluir. El cuadro recoge las propuestas de diversos autores y finalmente la propuesta de Peabody y Goldberg sobre el área de la vida a la que pertenecen los rasgos.
Versiones nomotética e idiográfica de los rasgos
En 1961, Gordon Allport diferenció dos aproximaciones al concepto de rasgo. Por un lado está la aproximación nomotética, según la cual los rasgos existen y tienen el mismo significado psicológico para todos. Por ello, las personas se diferencian sólo en el grado en que los rasgos están presentes. Por otro lado está la aproximación idiográfica, según la cual algunos rasgos son poseídos por una sola persona, por lo que cada persona es única. Como puede haber tantos rasgos diferentes como individuos que lo posean, es imposible comparar a las personas. En 1988, Baumeister y Tice utilizaron el término metarrasgo para referirse a la cualidad de poseer o no un rasgo. Obtuvieron evidencias de que algunos rasgos son importantes para unos e irrelevantes para otros. En 1993, Britt se encontró con lo mismo y concluyó que la presencia o ausencia de un rasgo es lo que da forma a la personalidad. Aunque actualmente predomina la aproximación nomotética, todos aceptan parte de la otra aproximación en sus teorías.
Situacionismo e interaccionismo
Los rasgos son aspectos estables de la personalidad. Se supone que diferencias en un rasgo deben correlacionarse con diferencias en los comportamientos relacionados con el rasgo. Sin embargo, dicha correlación no se encuentra. En 1968, Walter Mischel utilizó el concepto coeficiente de personalidad para referirse a esta correlación, que generalmente cae muy bajo. Esto puso en duda el concepto de rasgo e incluso el de personalidad.
La primera respuesta a esta baja correlación fue la aproximación situacionista. El situacionismo es una postura crítica de la aproximación de los rasgos según la cual las variables situacionales son más importantes que la personalidad para determinar la conducta. Esta aproximación se identifica con los psicólogos sociales, que remarcan la importancia del ambiente social en la personalidad. En 1983, Funder y Ozer demostraron que esta aproximación era errónea. Correlacionaron las variables situacionales como se había hecho con los rasgos y también encontraron resultados muy bajos, con lo cual el situacionismo no explicaba más que el modelo de rasgos.
La idea se siguió desarrollando y dio lugar al interaccionismo. Esta aproximación argumenta que los rasgos de personalidad y las situaciones interactúan para influir en la conducta. Es decir, una misma situación puede afectar a unas personas pero no a otras, y dentro de las personas afectadas cada undividuo puede reaccionar de una manera diferente. Por otro lado, hay situaciones que permiten que ciertas conductas se muestren y otras que las reprimen.
Trastornos de conducta
Desde esta perspectiva se intentó comprender la psicopatología principalmente mediante una categorización que permitiera encontrar en la conducta de la gente los signos asociados a las diferentes conductas. De esa manera, ciertas posiciones en la dimensión de un rango pueden indicar patología, por ejemplo, en los extremos. El interaccionismo elaboró más estas ideas al mostrar que las diferencias individuales importan en unas situaciones y en otras no. El interés se centró entonces en la susceptibilidad a experimentar un problema. En ese aspecto, las personas se diferencian por la susceptibilidad que tienen a sufrir un determinado problema. A este modelo se le llama de diátesis-estrés, ya que las situaciones en las que la susceptibilidad importa son aquellas en las que el individuo está bajo mucha presión. Por ello, la mejor solución para evitar las psicopatologías es evitar las situaciones que conlleven un estrés importante.
La psicología de la personalidad
Con frecuencia hacemos uso de expresiones que hacen referencia a la personalidad, como "tiene una gran personalidad". Aunque se pueden nombrar muchas cualidades hay cosas que la gente no sabe expresar si no es haciendo uso de esa palabra: personalidad. Con esta palabra se intenta captar la esencia de otra persona, reduciendo una gran cantidad de sus características a un conjunto más concreto de cualidades. Para crear este concepto sobre los demás, la gente se basa en lo que los demás hacen y dicen, y en cómo lo hacen, lo que diferencia a cada individuo.
Todas las personas llevan a cabo el papel de psicólogo al dedicar tiempo a averiguar cómo son los demás y por qué se comportan de esa manera. La diferencia con los psicólogos de la personalidad radica en el uso del término personalidad. Los psicólogos llevan décadas discutiendo sobre el concepto y ofreciendo muchas alternativas de definición, sin embargo, la gente lo emplea como un concepto definido, generalmente para atribuir a una persona cualidades coherentes en el tiempo y originadas en su interior. Sí, por ejemplo, una persona habla mucho en el trabajo, en casa y en las fiestas, y esto se mantiene durante años, las personas a su alrededor incluirán la cualidad habladora cuando se refieran a la personalidad de esta persona. Además, mediante este concepto la gente transmite la idea de que la conducta se origina en el interior de las personas. Esta coherencia en el tiempo y el origen interior se relacionan cuando la gente trata de predecir y comprender tanto la conducta propia como la de los demás. Por ejemplo, si vamos a elegir un compañero para una tarea, le daremos mucha importancia a las cualidades que le asignamos a su personalidad. La gente también usa el concepto de personalidad para referirse a las cualidades más destacables e importantes de los demás. Por ejemplo, si decimos que alguien tiene una personalidad sincera, es porque esa cualidad destaca mucho en ella, y si decimos que tiene una personalidad agresiva, esperamos que responda de manera hostil la mayoría de las veces. Estas cualidades destacables en las personas son las más importantes para predecir su conducta y distinguirla de la de los demás. A partir de ello, la gente crea una definición de personalidad basada en la coherencia, la causalidad interna y la distintividad personal, y lo cierto es que todas las definiciones de personalidad realizadas por la psicología incorporan estas características.
Los psicólogos Charles S. Carver y Michael F. Scheier proponen esta definición, adaptada de la propuesta por Gordon Allport en 1961: "La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de los sistemas psicofísicos que crean patrones característicos de conducta, pensamiento y sentimientos". Esta definición muestra los aspectos más importantes del concepto de personalidad:
- No es un acumulación de partes, sino una organización de estas partes.
- Tiene procesos, es activa.
- Es un concepto psicológico unido al organismo físico.
- Es una fuerza causal, participa en la forma en la que el individuo se relaciona con el mundo.
- Se muestra en patrones, recurrencias y coherencias.
- Se muestra de varias maneras: en conductas, pensamientos y sentimientos.
Estos aspectos deben formar parte de toda definición de personalidad. Sin embargo, esta definición no contiene todos los aspectos implicados en la personalidad, que son los responsables de la gran variedad de propuestas de definición realizadas por los psicólogos.
Todo esto pone de manifiesto dos ideas fundamentales en el estudio de la personalidad: las diferencias individuales y el funcionamiento intrapersonal. Por una lado, cada persona es diferente de las demás, ya que no existen dos personalidades iguales. El concepto de personalidad nos sirve para distinguir entre individuos, por lo que claramente no puede haber dos iguales. Por otro lado, la personalidad es dinámica, no nos hace comportarnos igual ante las diferentes situaciones que se nos plantean. Los procesos comprendidos en nuestra conducta son los mismos aunque nos comportemos de diferente manera en diferentes situaciones.
Las teorías de la personalidad
Una teoría es un conjunto de ideas relacionadas entre sí propuestas para explicar un fenómeno. Las teorías deben describir y explicar los fenómenos que las componen y predecir información sobre la cual todavía no tenemos certeza de conocer. Además, deben explicar el fenómeno usando el mínimo posible de conceptos (parsimonia) y deben producir interés (estimulación). El término metateoría hace referencia al conjunto de suposiciones que sirven de guía y dentro de las cuales se desarrollan las teorías. Usamos como sinónimo la palabra perspectiva para distinguir las distintas orientaciones sobre la personalidad. Pueden destacarse las siguientes perspectivas:
- La perspectiva disposicional, basada en la coherencia de los actos, pensamientos y sentimientos de la gente a lo largo del tiempo. Estas cualidades (disposiciones) están profundamente arraigadas en las personas, de alguna manera, aunque a veces se muestren de manera distinta. Pone mucho énfasis en las diferencias individuales. Cada individuo presenta un patrón de disposiciones único. Los teóricos de esta perspectiva se aproximan al concepto de disposiciones de dos maneras diferentes: el modelo de rasgos y tipos y el modelo de necesidades y motivos.
- La perspectiva biológica, derivada de la disposicional pero centrada en el hecho de que el ser humano es una criatura biológica. Presenta dos corrientes teóricas, una más centrada en la genética y otra en la fisiología. Los teóricos de la primera creen que muchas de las disposiciones son heredadas y que la conducta humana es fruto de la presión evolutiva. Los teóricos de la segunda creen que la conducta humana es fruto de un sistema biológico complejo y por lo tanto se ve influenciada por los procesos biológicos. Sus estudios se centran en conocer el funcionamiento de los sistemas biológicos para entender de qué manera influyen en la personalidad.
- La perspectiva psicoanalítica, iniciada por Sigmund Freud, basada en que la personalidad es un conjunto de fuerzas internas que compiten y están en conflicto, a veces trabajando en armonía y otras en oposición. Centran su interés en la dinámica de estas fuerzas y en la manera en que la conducta sale de ellas. Le dan mucha importancia a los procesos inconscientes. Apoyan las teorías darwinianas de que el ser humano es un animal cuya meta es la reproducción. En su propuesta la experiencia humana está llena de lascivia y agresión, y en general dan mucha importancia al papel de la sexualidad en el desarrollo de la personalidad.
- La perspectiva neoanalítica, derivada de la psicoanalítica, no es una perspectiva propiamente dicha sino una evolución de ésta. Sin embargo, son lo suficientemente diferentes como para tratarlas por separado. Dan más importancia a la influencia de las relaciones sociales sobre la personalidad.
- La perspectiva del aprendizaje, más centrada en el cambio de conducta que en su coherencia. La conducta humana cambia constantemente como resultado de la experiencia, y la personalidad es la suma integrada de todo lo que se ha aprendido.
- La perspectiva fenomenológica, basada principalmente en dos ideas. En primer lugar, consideran que la experiencia subjetiva de cada uno es importante, significativa y única. Son vitales la individualidad y el hallazgo del propio camino hacia la esencia interna del ser. En segundo lugar, todo el mundo tiende a la autoperfección. La autodeterminación es muy importante. En definitiva, la personalidad surge de la unicidad interna y de lo que el individuo decida hacer.
- La perspectiva de la autorregulación cognitiva, que basa la personalidad en los procesos cognitivos. Utilizan la metáfora de la naturaleza humana como una máquina. El sistema nervioso es un sistema que procesa y almacena la información como un ordenador. Estos procesos se ven reflejados en la personalidad. Las personas son un sistema autorregulado que establece metas y supervisa su progreso.
Aunque estas perspectivas difieren bastante en los argumentos que defienden, lo cierto es que tienen cosas en común. Además, exceptuando el psicoanalismo, se centran en aspectos concretos de la personalidad y no buscan explicarla completamente. Todas ellas aportan una parte a la explicación completa de la personalidad.
Todas las personas llevan a cabo el papel de psicólogo al dedicar tiempo a averiguar cómo son los demás y por qué se comportan de esa manera. La diferencia con los psicólogos de la personalidad radica en el uso del término personalidad. Los psicólogos llevan décadas discutiendo sobre el concepto y ofreciendo muchas alternativas de definición, sin embargo, la gente lo emplea como un concepto definido, generalmente para atribuir a una persona cualidades coherentes en el tiempo y originadas en su interior. Sí, por ejemplo, una persona habla mucho en el trabajo, en casa y en las fiestas, y esto se mantiene durante años, las personas a su alrededor incluirán la cualidad habladora cuando se refieran a la personalidad de esta persona. Además, mediante este concepto la gente transmite la idea de que la conducta se origina en el interior de las personas. Esta coherencia en el tiempo y el origen interior se relacionan cuando la gente trata de predecir y comprender tanto la conducta propia como la de los demás. Por ejemplo, si vamos a elegir un compañero para una tarea, le daremos mucha importancia a las cualidades que le asignamos a su personalidad. La gente también usa el concepto de personalidad para referirse a las cualidades más destacables e importantes de los demás. Por ejemplo, si decimos que alguien tiene una personalidad sincera, es porque esa cualidad destaca mucho en ella, y si decimos que tiene una personalidad agresiva, esperamos que responda de manera hostil la mayoría de las veces. Estas cualidades destacables en las personas son las más importantes para predecir su conducta y distinguirla de la de los demás. A partir de ello, la gente crea una definición de personalidad basada en la coherencia, la causalidad interna y la distintividad personal, y lo cierto es que todas las definiciones de personalidad realizadas por la psicología incorporan estas características.
Los psicólogos Charles S. Carver y Michael F. Scheier proponen esta definición, adaptada de la propuesta por Gordon Allport en 1961: "La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de los sistemas psicofísicos que crean patrones característicos de conducta, pensamiento y sentimientos". Esta definición muestra los aspectos más importantes del concepto de personalidad:
- No es un acumulación de partes, sino una organización de estas partes.
- Tiene procesos, es activa.
- Es un concepto psicológico unido al organismo físico.
- Es una fuerza causal, participa en la forma en la que el individuo se relaciona con el mundo.
- Se muestra en patrones, recurrencias y coherencias.
- Se muestra de varias maneras: en conductas, pensamientos y sentimientos.
Estos aspectos deben formar parte de toda definición de personalidad. Sin embargo, esta definición no contiene todos los aspectos implicados en la personalidad, que son los responsables de la gran variedad de propuestas de definición realizadas por los psicólogos.
Todo esto pone de manifiesto dos ideas fundamentales en el estudio de la personalidad: las diferencias individuales y el funcionamiento intrapersonal. Por una lado, cada persona es diferente de las demás, ya que no existen dos personalidades iguales. El concepto de personalidad nos sirve para distinguir entre individuos, por lo que claramente no puede haber dos iguales. Por otro lado, la personalidad es dinámica, no nos hace comportarnos igual ante las diferentes situaciones que se nos plantean. Los procesos comprendidos en nuestra conducta son los mismos aunque nos comportemos de diferente manera en diferentes situaciones.
Las teorías de la personalidad
Una teoría es un conjunto de ideas relacionadas entre sí propuestas para explicar un fenómeno. Las teorías deben describir y explicar los fenómenos que las componen y predecir información sobre la cual todavía no tenemos certeza de conocer. Además, deben explicar el fenómeno usando el mínimo posible de conceptos (parsimonia) y deben producir interés (estimulación). El término metateoría hace referencia al conjunto de suposiciones que sirven de guía y dentro de las cuales se desarrollan las teorías. Usamos como sinónimo la palabra perspectiva para distinguir las distintas orientaciones sobre la personalidad. Pueden destacarse las siguientes perspectivas:
- La perspectiva disposicional, basada en la coherencia de los actos, pensamientos y sentimientos de la gente a lo largo del tiempo. Estas cualidades (disposiciones) están profundamente arraigadas en las personas, de alguna manera, aunque a veces se muestren de manera distinta. Pone mucho énfasis en las diferencias individuales. Cada individuo presenta un patrón de disposiciones único. Los teóricos de esta perspectiva se aproximan al concepto de disposiciones de dos maneras diferentes: el modelo de rasgos y tipos y el modelo de necesidades y motivos.
- La perspectiva biológica, derivada de la disposicional pero centrada en el hecho de que el ser humano es una criatura biológica. Presenta dos corrientes teóricas, una más centrada en la genética y otra en la fisiología. Los teóricos de la primera creen que muchas de las disposiciones son heredadas y que la conducta humana es fruto de la presión evolutiva. Los teóricos de la segunda creen que la conducta humana es fruto de un sistema biológico complejo y por lo tanto se ve influenciada por los procesos biológicos. Sus estudios se centran en conocer el funcionamiento de los sistemas biológicos para entender de qué manera influyen en la personalidad.
- La perspectiva psicoanalítica, iniciada por Sigmund Freud, basada en que la personalidad es un conjunto de fuerzas internas que compiten y están en conflicto, a veces trabajando en armonía y otras en oposición. Centran su interés en la dinámica de estas fuerzas y en la manera en que la conducta sale de ellas. Le dan mucha importancia a los procesos inconscientes. Apoyan las teorías darwinianas de que el ser humano es un animal cuya meta es la reproducción. En su propuesta la experiencia humana está llena de lascivia y agresión, y en general dan mucha importancia al papel de la sexualidad en el desarrollo de la personalidad.
- La perspectiva neoanalítica, derivada de la psicoanalítica, no es una perspectiva propiamente dicha sino una evolución de ésta. Sin embargo, son lo suficientemente diferentes como para tratarlas por separado. Dan más importancia a la influencia de las relaciones sociales sobre la personalidad.
- La perspectiva del aprendizaje, más centrada en el cambio de conducta que en su coherencia. La conducta humana cambia constantemente como resultado de la experiencia, y la personalidad es la suma integrada de todo lo que se ha aprendido.
- La perspectiva fenomenológica, basada principalmente en dos ideas. En primer lugar, consideran que la experiencia subjetiva de cada uno es importante, significativa y única. Son vitales la individualidad y el hallazgo del propio camino hacia la esencia interna del ser. En segundo lugar, todo el mundo tiende a la autoperfección. La autodeterminación es muy importante. En definitiva, la personalidad surge de la unicidad interna y de lo que el individuo decida hacer.
- La perspectiva de la autorregulación cognitiva, que basa la personalidad en los procesos cognitivos. Utilizan la metáfora de la naturaleza humana como una máquina. El sistema nervioso es un sistema que procesa y almacena la información como un ordenador. Estos procesos se ven reflejados en la personalidad. Las personas son un sistema autorregulado que establece metas y supervisa su progreso.
Aunque estas perspectivas difieren bastante en los argumentos que defienden, lo cierto es que tienen cosas en común. Además, exceptuando el psicoanalismo, se centran en aspectos concretos de la personalidad y no buscan explicarla completamente. Todas ellas aportan una parte a la explicación completa de la personalidad.
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